Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

viernes, 31 de diciembre de 2021

 

Adiós, y gracias.

Te quiero.



 

Yo quiero bailar toda la noche



 

Y una cosa más.

No te castigues por no estar preparad@ para determinadas cosas.

Eso no significa que no puedas disfrutar de otras.

Abraza a tus amigos con todas tus fuerzas, porque las relaciones van y vienen, siempre, pero un amigo de verdad es para siempre.

Hasta estas heridas que están curándose forman parte de mí. Las miro siempre que puedo con cariño. Y las respeto.

Significan que estoy viva.

2021 no te voy a olvidar nunca. 

De nuevo, gracias.



 

2021.

He aprendido tantas cosas que me van a servir para el resto de mi vida.

En este momento podría decir que soy más fuerte de lo que he sido jamás.

Me siento profundamente agradecida. De cada cosa que ha formado parte de estos 365 días.

He aprendido a seguir siempre hasta cuando parece imposible.

A perdonar. A rectificar.

Despido el año con un propósito. Quererme.

Es lo único que le pido al 2022. Aprender a quererme bien, a abrazarme igual que abrazaría a alguien que quiero muchísimo para saber abrazar de verdad.

Es el momento de disfrutar con todas las letras de bailar solo y regalarme besar la libertad, que tanto tiene para darnos y para hacernos valorar.

Voy a por todas.

Voy a dejarme los pies en la pista.

Gracias a cada persona que ha compartido un momento conmigo este año.

Lo siento por cada vez que no he sabido hacerlo mejor.

Y espero que vengan tiempos bonitos. Yo creo que sí.

A por ellos.



jueves, 30 de diciembre de 2021

 

Y sé feliz. Pero no por alguien. 

Tampoco por algo. 

Quizás con alguien. Nada de eso;

sé feliz porque, al fin y al cabo, es lo que te mereces.

 

Gracias a la vida por todo lo vivido que es muchísimo.



miércoles, 29 de diciembre de 2021

 

Con cariño, qué simple y qué necesario al mismo tiempo. Díselo con cariño, trátalo con cariño, despídete con cariño, háblalo con cariño. 

Con cariño cambian las cosas siempre.



martes, 28 de diciembre de 2021

 

El solecito en la cara es otra forma de describir la felicidad 



lunes, 27 de diciembre de 2021



ESPERANZA


 

 

Puedo decir que lo peor que puedes ver dañado en tu vida es tu salud mental.

Te paras a pensar en qué momento todo empezó a torcerse y te das cuenta que el principal problema es que eres incapaz de ser consciente de cuándo sucede. Con perspectiva lo ves claro. Pero en ese momento tú no ves nada, porque es todo tan sutil que no lo sientes mal.

Empiezas a vivirlo todo como una película. Las tiendas de lo que te rodea dejaron de estar en tus manos. Y todo poco a poco empieza a romperse de una manera tan fina que no eres capaz de ver lo que está pasando.

Lo siguiente, es darte cuenta de que algo no va del todo bien. La gente empieza a notarlo pero siempre se achaca a que podrías hacerlo mejor. Realmente, y es una pena, no sabemos preguntar y escuchar de verdad. La culpa entonces empieza a aparecer pero tampoco quieres compartirlo porque lo último que te gustaría es ser una molestia o una carga para nadie.

Entonces, el vaso empieza a llenarse demasiado. Es el siguiente paso. Empiezas a actuar de manera contraria a como tu eres porque no estás bien. Nadie es capaz de ver lo que sucede ni tampoco tú mismo. Descuidas porque te descuidas. Hay que reconocer que la paciencia infinita que hay que tener para que justo en ese momento no se tire la toalla es increíble. Hay gente a la que voy a estar siempre eternamente agradecida por ello. Pero también sé lo que es que sentirte enfermo te haga perder a quien no quieres. No quieres culpar, en el fondo lo entiendes. No todo el mundo sabe sostener mundos ajenos cuando están en un pozo. No estamos preparados. La parte buena de eso, es que me ha dado una enorme empatía a la hora de escuchar y atender al resto. Porque sé lo que es sufrir en mayusculas. Aprendes a involucrarte activamente en los demás porque cuando sabes lo que es estar verdaderamente mal no quieres ver a nadie en las mismas.

Luego llega un momento en el que tu cabeza resetea. Ya está. Las emociones se acaban y no se siente absolutamente nada. Todo te resulta completamente indiferente.

Escribo esto aquí porque no soy capaz de compartirlo con nadie.

Todo empieza a darte igual. Uno piensa que las noches eran lo peor. Pero dejan de serlo. Pasan a serlo las mañanas. Las mañanas pueden llegar a ser una tortura. No quieres levantarte, no quieres estar despierto.

A mí la pandemia me ha hecho llegar al extremo de que se me haya olvidado lo que era la vida de verdad.

Te sientes tan culpable por no poder dar tu mejor versión que llegas a optar por alejarte de todo porque es lo mejor para los demás.

Piensas en la suerte que han podido tener otras personas de contar con unas manos firmes para sostener lo malo cuando se instala de esta manera, para entenderte, para decirte yo solo puedo estar contigo o contra mí, y aunque no te entienda, de esta salimos, y cuando salgamos lo vamos a celebrar y pasar de puta madre.

Es muy difícil ser capaz de decírtelo tú a ti mismo. 

Ves muy afectada tu autoestima porque quieres con todas tus fuerzas pero no puedes y hasta lo más ridículo empieza a suponer un tremendo esfuerzo.

Tienes miedo a decir esto en voz alta, no quieres que te juzguen, no quieres que dejen de quererte ni pasar a ser un estorbo.

Quieres recuperarte de todas las secuelas de todo este tiempo difícil que ha conseguido superarte.

Digamos que es como querer aprender a volver a vivir. 

Sabes que más tarde o más temprano, se apagará ese vacío porque estás dispuesto a combatirlo, a pelear y a esforzarte para trabajar en ponerle final.

Pero a veces es muy difícil, y cuesta.

Sentirse solo es lo peor porque no sientes que los demás lo entiendan del todo, porque en esta sociedad todo va muy rápido, y sentirse de esta manera es no estar en sintonía con cómo funcionan las cosas.

Todo va tan rápido que yo soy incapaz de alcanzar ese ritmo.

Pero te agarras a lo que sea, porque quieres volver a ser luz, porque sabes que lo has sido y que por lo tanto sabes serlo.

Escuchad activamente. Pero no solo con los oídos. Mirad a vuestro entorno. Si alguien empieza a actuar distinto a como lo hacía antes, preguntad. Analizad el entorno que tiene, pensad en las cosas que le han pasado. Dejad de creer que todo es por vosotros, por favor sacad la comprensión de debajo de la cama. 

Es muy fácil decirlo, pero yo intento quedarme con la lección de todo y creo que una de las lecciones que saco de esto es el profundo análisis y entendimiento que voy a ser capaz de realizar hacia los demás. 

Que estás raro, vamos a hablarlo. Que quieres estar solo, permíteme esperarte. Que necesitas silencio, déjame tumbarme contigo. Que tienes ansiedad, déjame darte la mano, no me moveré hasta que vea que me miras y respiras en paz. 

Acepto lo difícil que es todo esto porque no nos han enseñado absolutamente nada. Exigir incondicionalidad es injusto, exigir en sí es injusto, pero al menos intentemos ser todos más empáticos. Quien menos te lo esperas puede necesitarlo. Si no te lo pide, si no lo expresa, mira su contexto y fíjate si le ves feliz. Si no es así no se lo recrimines. No es tu culpa ni la suya, apoya porque si lo haces el premio va a ser increíble. 

Y no sé. Necesitaba sacar. 

No me voy a rendir nunca, cueste lo que cueste. 

Hay un folio en blanco de las cualidades que yo misma creo que tengo.

Sé que escribiré en él.

Y que ese día acabará llegando. 

Pero por favor, entendamos que son tiempos difíciles para muchas personas. Que no todo es lo que parece siempre. Que a veces el silencio también es un grito de ayuda que no sabemos dar.

El mundo es precioso. Que algunos no lo recordemos bien no significa que no lo sepamos.




domingo, 26 de diciembre de 2021

 

Todo tiene escrito una fecha de caducidad.

Por eso, lo que más importa al fin y al cabo,

Es lo que queda después.



sábado, 25 de diciembre de 2021

 

Yo no puedo ser quien no soy.

Mataría a sangre fría a la niña sensible que habita estas paredes y no me lo pensaría dos veces.

Todo sería mucho más fácil.

Deshacerme de ella de la manera más cruel.

Sin embargo, a veces la miro y pienso que sin ella no habría sentido ciertas cosas de la manera tan real que he llegado a hacerlo. Da igual bueno, malo, siempre muy real. 

A veces pienso que sin ella no tendría ojos para mirar este mundo porque directamente me volvería ciega. Viviría dormida en esta sociedad. Eso me salvaría pero también me llevaría a vivir alienada, alejada de cuestionarme lo que me rodea, de mirar más allá de las cosas.

Ser sensible puede llegar a ser un lastre. Mi sensibilidad me hace sentirme más humana y eso a veces me lleva también a ser menos feliz porque percibo las cosas hasta lo más profundo y encuentro razones crueles que rodean al ser humano.

Otras veces me hace brillar. Me hace sentir una luz en las cosas que miro, me hace hacerlas de algún modo más mías y vivirlas con una intensidad que llega a darme miedo. Si todos pudiéramos sentir por un momento lo que siente el otro, entenderíamos tantas cosas. 

Estoy sentada en mi ventana. Encerrada con el covid. No me avergüenza decir que he llorado esta mañana sin saber por qué. Son tiempos difíciles para todos. Llevamos a las espaldas una incertidumbre de la que somos presos desde hace demasiado tiempo. Extraño mi vida, la vida en libertad. He aprendido a reírme de las cosas malas y menos mal. Pero también sé que a veces lloro sin previo aviso y que forma parte de mí, de la presión, de esta situación que se ha prolongado más de lo que nadie se habría imaginado.

A mí me mantiene a flote la esperanza. La esperanza de saber que llegarán tiempos mucho mejores. La gente que me quiere y me cuida todos los días. Que está a mi lado, a la que consigo hacer reír cuando sé que lo necesitan. Por la que movería el mundo entero son el as que guardo en la manga.

Con ese as mezclado con mi esperanza, miro ahora al cielo, y me repito que flotar a la deriva también es ir hacia alguna parte.


No tengo prisa por saber a cual.



viernes, 24 de diciembre de 2021

 

Cuando uno aprende a reírse frente a la adversidad ha ganado el premio más gordo.



Me estoy riendo fuerte.




 

Me declaro ignorante empedernida del amor.
Pero si una mano hubiese apretado el gatillo,
mi acto reflejo habría sido ponerme delante.


 

Buscar entre aspirinas el remedio para curarme todas estas rozaduras que me ha dejado tu piel.
    Y anestesiarme.
    Marcar tu número de teléfono y aparecer en tu puerta.
    Porque tú no sabes lo que es volver a casa.
    Y yo, sólo, aprendo a dormir en la tuya.
     
     Sarna con gusto no pica. Escuece.
     
    Supongo que acabé en la sección de terror de aquel videoclub, viendo todas aquellas caras ensangrentadas en portadas de pelis malas de los ochenta.
     
    Supongo que esa es la realidad de toda la ficción de esta historia. Saber que tus manos jamás dibujarán mis piernas bajo el vestido del baile de fin de curso; que mis tacones no arañarán esta noche tu suelo; que mis palabras no serán agujeros negros en tu alma, que será la noche y no el día quien me saque de tu casa, de tus planes.
     
    Que seré yo y no tú la que desayune paciencia esta mañana.
    Y no me quedan dudas, me quedan motivos. Para deslizar los dedos entre los rumores de la gente, para volver a caer sobre tus cuchillos; para volver a escribir en tu diario que los para-caídas no sirven para nada.
     
    Para volver a buscarte a rastras entre el amor y el odio, para escribirte el final de nuestra historia en la espalda y poder leértelo mientras te hago gritar. Para follarnos a la madurez, mientras rogamos cinco minutos más al tiempo como niños.
     
    Y es que apenas quedan globos que exploten ahogando tu nombre en gritos en esta fiesta y nuestras manos polígamas jamás asumirán la responsabilidad de mantenernos juntos.
     
    Así que será mejor que recurramos a la locura como fuente inagotable de amor utópico, como verdad absoluta del sentimiento; como sarna con gusto...
     
    Así que rompe la tierra de por medio y ven, que vamos a ser idiotas...
    Si después de todo, no nos queda nada.
    Ven, que haremos mucho
    y nos sabrá a poco.


jueves, 23 de diciembre de 2021

miércoles, 22 de diciembre de 2021

lunes, 20 de diciembre de 2021

 

Me gustan muchísimo mis amigos.

Una de las cosas que más me gustan de todos ellos es que saben ser un "solo yo".

Me gustan esas personas.

Las personas que dicen, sí solo soy yo. Las que no necesitan ser un yo con alguien para poder declararse felices.

Me imagino que tiene que ser un terrible infierno sentir que ser solo tú es un fracaso. La necesidad de ser con alguien porque sin otro no merece la pena vivir.

Nos preguntamos cuando lo hablamos, ¿esa gente sabe lo que es amar a otra persona? ¿Sabe lo que es que te traspasen la piel? 

Lo dudamos.

Es bastante complicado que te traspasen la dermis siempre, y si fuera así, ¿qué es lo que marca realmente? ¿Algún día sabrías decir de verdad quién fue el amor de tu vida si lo fueron todos? ¿Hasta qué punto es eso real?

Me gusta mirar la independencia de mis amigos.

Ver como se desenvuelven. Ver cómo vuelan. Saber lo real que vive en ellos cuando sienten de verdad. Saber que eso tiene un precio. Saber que todos ellos sí sabrían decir cuál es ese nombre que marcó todas las diferencias. 

Me gusta la gente así. 

Me gusta la gente selectiva. La que sabe lo que significa. No sé. Quedan pocas pero tengo a muchas a mi lado.

Qué horror debe de ser no saber disfrutar del cielo solo para ti. ¿Cuántas alas vas a buscar a lo largo de tu vida cuando las que volaban contigo dejen de hacerlo? ¿Cuáles fueron las que más marcaron tu cielo?

Ellos nunca lo sabrán.

Pero nosotros sí.

Dime quién tiene más suerte.



 

A la única persona que quiero querer a día de hoy es a mí.

Hasta que no me quiera a mí,

ni puedo ni me apetece ni me sale querer a nadie.

Y el caminito para quererse a uno mismo bien otra vez tiene lo suyo. 

Pero mira, a mí nunca me gustó lo fácil.

Ni me interesa lo que llega fácil, porque igual de fácil que llega se va.

Así que la ardua tarea de amarse, aunque a veces dura, es lo que sucede ahora.



 

Persigo sueños imposibles

porque no quiero

que los correctos

me atrapen



domingo, 19 de diciembre de 2021

 

Siempre he tenido miedo a despedirme.

Siempre se me ha dado mal. Por suerte, no he vivido muchas despedidas. Pero sí las suficientes para saber lo que se viene. Vendrán más. Porque así es la vida. Porque el momento presente solo dura ahora, algún día será un recuerdo sea lo que sea que ahora mismo defina tu vida.

Y es que ahora lo entiendo. No me asusta despedirme. No me cuesta hacerlo por miedo. Me asusta porque cada vez que lo hago una parte de mí se pierde para siempre. Se queda en otros lugares. En otras caras. Se queda en otras camas y paisajes. Cada vez que me despido una parte de mí se queda en otra vida para siempre y es imposible de recuperar. 

Por eso sé, que con cada persona hay una parte de mí que habitará en sus pasos y que ya no me pertenece. Forma parte de lo que entregué y es allí donde debe estar. Algunas dan mucho vértigo, otras suponen un cambio tan radical que irremediablemente ya no podrás volver a ser del todo la misma persona. Sé que contigo quedará siempre una parte de mí que me encantaba. Una parte preciosa. Por eso, cuando pienso en ti, prefiero hacerlo sobre la persona que fuiste conmigo una vez, sobre la persona tierna que me enseñó que respirar es un regalo. Prefiero pensar que esa parte de mí la cuidará esa niña que, aunque no quiso, me mostró que en el fondo es una persona vulnerable que cerraba los ojos cuando le peinaba su pelo mojado. Yo siempre pude ver lo que había detrás de esa guerrera. Y me lo guardo para mí. Prefiero pensar que esa parte de mí, que ya nunca será mía, se la quedará esa niña. A ella no me importa habérsela regalado. Me gusta pensar que está con ella. Prefiero creer que así es y quedarme con ese recuerdo aunque a veces ponga un nudo en mi garganta. Hay personas que siempre lo van a conseguir.

No quiero pensar que se la entregué a otra persona, aunque pueda autoengañarme. Esa ha sido siempre la gran mentira que he memorizado y que nunca he dicho. Mereció la pena a quien se la di. 

Por eso me gusta volver siempre a las caras que viven en esta piel, porque cuando vuelvo siempre me reencuentro también con una parte mía, con una parte nuestra. Y eterna.

Es lo bonito de lo que acaba. Que es infinito. Por ahí hay mujeres que llevan consigo un cachito de mí. No quiero pensar que eres la única que no lo cuidas. Y sí, prefiero en este caso mentirme. Sé que ella lo habría agradecido. Yo sé que conocí a dos personas, pero sé que eso no borra la ternura de la primera. Es un buen lugar para haber dejado un trozo de lo que soy. Si en algún momento, lo recordase, me gustaría que lo supiera. Que esa niña puede quedarse para siempre con aquello que era mío.

Y que me gusta pensarlo así.



 

Alma de poeta.



Que todo acaba es una realidad.

Por eso sabes que las rachas malas también lo acabarán haciendo.

Hay una cosa que se llama esperanza.

Y nos mantiene a todos con vida.



sábado, 18 de diciembre de 2021

 

Llevo tanto tiempo diciendo "me da igual" a tantas cosas, buscando sobrevivir, que al final me lo he acabado creyendo y ahora ya no sé qué no me da igual.



viernes, 17 de diciembre de 2021

 

Es curioso pero,
en mitad de las selvas,
en los lugares inhóspitos
con el silencio invadiendo
las suelas y las manos,
el refugio puede ser una voz
contundente y precisa,
que tan solo diga

Yo creo en ti


jueves, 16 de diciembre de 2021

 

Últimamente fantaseo muchísimo con la idea de romper con todo, y simplemente un día, sin previo aviso, coger un avión y desaparecer.

Cortarme el pelo. Descubrir que sé más inglés del que pienso. Buscar un trabajo. Ser una desconocida de cualquier ciudad del mundo. Llenar una mochila de las cosas importantes y esfumarme. 

No para ser otra, sino para descubrir quién soy realmente ahora. No avisar a nadie, hacerlo quizá desde allí, con una carta para las personas que más quiero, decirles que voy a buscarme, que me fui a saber más de la vida, a construirme de nuevo, a conocer mejor quien soy, a curarme, a aprender.

Ronde cada día mi cabeza y me da vértigo porque sé que soy capaz. Sin dejar pistas ni rastro. Dejar las redes sociales, borrarlas. Meditar en algún templo de Asia, que pasen los meses y no me de cuenta. Escribir mi novela. Olvidar. 

Si algún día nadie sabe dónde estoy, podré decir que yo tampoco lo sabía y que sigo sin hacerlo. 

Pero que sigo aprendiendo a vivir.



 

Soñar con un recuerdo muy poderoso, es una sensación muy rara, porque puedes volver a sentirlo todo otra vez mientras sueñas. 


Me acabo de despertar







lunes, 13 de diciembre de 2021

 

Salud mental. Si me pongo a escribir sobre la carga inmensa que hay para mí detrás de esas dos palabras dibujo un fundo difuso donde no predomina ningún color porque todos acaban entremezclándose. Siento que dedicarme a mí estás líneas y hacer que el dibujo al fin alcance una forma precisa es algo que me debo.

Ha marcado este año. Ha marcado lo que soy. Me remonto a 2020, al inicio de la pandemia y veo como empieza a deteriorarse. 2020 fue como jugar a la gallinita ciega. Fue el año con el que empezó este juego. Primeras vueltas sobre mí misma, eczema en las manos. Incapacidad para descansar. Más vueltas. Falta de concentración. Más vueltas. Ansiedad y vueltas. Perder el apetito. Y el peso. Vueltas. 

Así empezó 2021, ya no quedaban más vueltas que dar sobre mi misma, ahora me sueltan y camino. Y caminas volteándote sobre tu cuerpo porque estás mareado. Pero el juego consiste en extender tus manos y alcanzar algo con los dedos. Así comenzó este año para mí, sintiendo como poco a poco mi mente iba cayendo de un lado al otro sin ni siquiera permitirme ser dueña de mis propios pasos. Podría decir que ver dañada tu salud mental se parece a perder la voz. Ya no sabes usarla de la misma manera. Dices y te callas. Con desorden.

Mi mente ha hacía sentirme tan sola que, muchas veces, he optado por apartarme y alejar cosas y personas de mí por miedo a que por un momento pudieran detectar que se asomaba niebla desde mi sombra, por miedo a que renunciasen a la libertad que tanto amo. Por eso, valoro tanto la libertad de los demás, porque sé lo que es sentirte encerrado en una jaula y ver como todo lo que quieres se queda al otro lado.

Salud mental. Siguen siendo dos palabras. Tan solo dos y lo que abarcan no cabe en ninguna parte. No sé si ha sido el año que más he llorado, lo que sí sé es que las lágrimas han sido profundamente distintas, aunque también sé que todo lo que he reído ha sido tan real que también ha conseguido que llore de la risa. Me he sentido muchas veces infinitamente injusta con los demás por no darles lo que se merecen, por no acertar, por no llegar a la altura. Pero el término injusticia cambia de sentido cuando lo eres contigo mismo. Y yo no he sido justa cada vez que he pensado que no estaba dando a nadie lo que no he podido darme ni siquiera a mí.

Aún dirán que lo peor del covid ha sido el covid. Y eso que yo nunca me he contagiado. Pero sigo luchando contra sus consecuencias en mí.

Salud mental. 

Yo me considero una persona increíblemente afortunada. He estado siempre rodeada de personas que han sabido escuchar mis silencios, que han querido esperarme, que han estado conmigo en todas las batallas. Soy una mujer con suerte. Y soy una mujer mucho más fuerte, que ahora solo quiere usar toda esa fuerza en ser cada vez mejor persona. Y cuidar. Cuidar mucho. Definitivamente, es la forma más sincera de decir un te quiero. Salud mental. Es una lucha que solo entiende quien la enfrenta. Hay mucha gente valiente ahí fuera.

Salud mental. Me da absoluta vergüenza escribir esto. Por eso mismo sé que aún queda mucho por hacer.

Y por eso, lo comparto.

 


Que no se confunda nunca las ganas de que te quieran con el amor.

Las ganas de ser querido son una cosa.

Idealizar, proyectar en otro lo que quieres.

Amar la imagen del amor. Tenerle ganas y cogerla fácil esparciéndola en un ser humano que te encaja.


El amor es otra cosa muy diferente.



domingo, 12 de diciembre de 2021

 

Siempre he sido diferente al resto. Siempre me he sentido así. Me ha costado siempre encontrar un lugar en donde poder sentirme menos perro verde. Hay veces que las personas hablan de cosas que yo entiendo pero no alcanzo a comprender. Hay veces que la gente hace cosas que yo veo pero no me sale hacerlas. Yo me siento desubicada la mayoría del tiempo salvo con unas poquitas personas. Sé cómo actuar con el resto porque ya he aprendido pero no siento que encaje. Al final creo que este es el motivo por el que soy especialmente selectiva con las personas, no todo el mundo entiende el universo que guardo aquí dentro. A veces, pienso que daría todo lo que tengo por ser como lo que veo, por no entender lo que entiendo, por no sentir como siento, por deshacerme de esta extraña manera de sentir que alcanza tal grado de profundidad que no sé gestionar y me lleva a esconderla o a no mostrarla como el resto haría. A veces me gustaría de verdad saber camuflarme y simplemente ser una más. Y vivir como ellos



 

En un mundo de apariencias elijo ser yo.



sábado, 11 de diciembre de 2021

 

Hoy es el primer día que me he reído de algo que me ha hecho mucho daño.

No cabe en esta línea cómo me siento


 

Gracias vida.

Gracias por lo vivido.

Gracias por vivir.

Gracias por estar aquí y ahora.

Gracias por todo lo aprendido y por lo que queda.

Gracias por lo que me das.

Gracias por cada una de tus aristas.

Gracias porque hasta en malos momentos me has regalado instantes donde he llorado de la risa.

Gracias por mis amigos.

Gracias por mi madre.

Gracias por enseñarme lo que necesito aprender.

Gracias por las oportunidades.

Gracias por cada instante que me ha robado el aliento.

Gracias por el miedo.

Gracias también por mis errores y por permitirme aprender de ellos.

Gracias por este momento.

Gracias por hacerme sentir perdida. No tengo ni puta idea de hacia dónde voy, pero calma también es entender que ir hacia ninguna parte también es ir hacia algún lugar.

Gracias a toda la gente que me quiere y que me ha querido. 

Gracias por lo compartido.

Gracias por el perdón. Gracias por haber aprendido a saber perdonarme y a perdonar.

Gracias por ser quien soy, por aceptar lo malo y por ser valiente y trabajar para ser un poquito mejor en lo que fallo.

Gracias por los recuerdos.

Gracias por el presente, por el pasado, por el futuro.

Gracias y gracias, incluso por sentirme a la deriva. Estoy aprendiendo que flotar tampoco es tan malo, me permite cuestionarme y conocerme, yo diría que más que nunca.

Gracias por el día de hoy.

Gracias.


jueves, 9 de diciembre de 2021

 

Conserva tu título nobiliario, yo siempre fui de tumbarme en las flores. De saber que la más bonita es difícil de encontrar. Y que por eso me guste tanto.


 

Yo amo la vida aunque sea complicada. 


 

Mientras tengas el corazón en la nieve los sentimientos parecen un vago recuerdo del pasado.

Tengo miedo de no saber cómo volver a quererme, y hay que quererse demasiado para poder querer. Cuando ya has visto que hay ciertas cosas que pueden llegar a hacerte, volver a confiar se parece a un salto al vacío que no puedes dar. 

Te asusta volver a sentir que caes al vacío detrás de tres frases. Te asusta volver a escuchar que tus lágrimas son parecidas a un espectáculo. La palabra "performance" nunca me pareció tan odiosa. Y sabes que en algún momento algún ser humano tendrá que entender porque llevas contigo un saco de inseguridades. Y me parece horriblemente injusto. Te asusta que puedan volver a hacerte sentir que no eres digno de respeto en el momento en el que ya no pueden sacar provecho de tus flores. Tienes ese miedo que vive dentro de ti y que ocupa demasiado espacio. El precio a pagar de sentirte tan poco, de sentir que lo que has dejado en la vida de alguien es parecido al peso del aire cuando no corre. Y te niegas a que una vez pase el verano solo quede un invierno vacío. Silencio. Que lo que yo necesito no cuente, que el respeto hacia mí no cuente. Ya no quiero recuperar nada, puedes quedártelo, puedes tirar mis cosas por ahí, puedes seguir haciendo de mí un chiste. Total, uno después de un feo tras otro durante meses se resigna y se da cuenta de que esas cosas ya no me pertenecen. Disfrutalas, regálalas, puedes tirarlas a la basura. Ya no hay manera de ser digna del respeto que mereceríamos todos. Así que tiro la toalla al suelo. Me agarro el pelo y tengo la esperanza de que si algún día alguien llega entienda porque me cuesta creer que sus palabras son ciertas. Porque me cuesta creer que no es que vaya a llegar tarde sino que no vaya a aparecer. Y que tampoco me vaya a avisar.  Pero tranquila, he aprendido tantas cosas que hasta de lo malo me alegro. Ahora sé todo aquello que antes desconocía. Ahora sé más acerca del ser humano. Ahora sé más acerca de mí.

Pero como todo pasa y todo llega, yo decido no sembrar el mal por si acaso lo acabo recogiendo. 


martes, 7 de diciembre de 2021

 

Somos nuestros propios sepultureros de nuestros nunca jamás.

Ahora entiendo que hablaba de ti desde la rabia. Empecé a pensar lo contrario cuando me di cuenta de que no quería verte pensando que era por rabia. El tiempo es sabio, te trae respuestas y ahora entiendo que me pasaba porque me dolía y porque no estaba conforme ni orgullosa. Llevo varias semanas pensando en nuestra amistad. En tu risa y en tantos momentos comunes. En todos estos meses siendo dos desconocidos. Y entonces, justo cuando concentro parte de mis pensamientos en ti, llega una llamada. Y manda a tomar por culo el nunca jamás que grité desde la rabia. 

Odio la rabia porque te ciega. La rabia te hace pensar que no sientes más que eso. Lo cubre todo. Pero cuando se pasa empiezas a darte cuenta que la rabia no era nada. Que había muchas otras cosas debajo. Algo que parece que se ha olvidado y que lo cambia todo: sentimientos.

Y entonces, mando otro nunca jamás de mi larga lista a tomar por culo. Y entonces pienso en la casualidad de llevar semanas pensando en alguien y que justo suceda. Estoy convencida de que las personas nos pensamos a la vez más de lo que pensamos porque la energía es, a veces, demasiado fuerte. 

Y entonces, nuevamente me doy cuenta de lo inútil que es la rabia y de lo que puede llegar a engañarte.



 


No trates nunca de obligar a nadie a que se quede a tu lado: dale alas para que pueda decidir libremente cuándo irse y cuándo volver. Esa será la única manera de asegurarte un amor real y auténtico. El pájaro que vuelve a casa es el que vuela.

Elvira Sastre.


 

"A esta isla que soy,

si alguien llega,

que se encuentre con algo

es mi deseo"


Gloria Fuertes

lunes, 6 de diciembre de 2021

 

Si apreciasemos la libertad del otro como apreciamos la nuestra, todos los problemas que hemos tenido todos se habrían reducido a la mitad.


 

Me da profundo miedo haber normalizado la falta de respeto.

Me asusta porque no quiero ver en el respeto algo extraordinario sino algo básico.

Siento temor a pensar que el cuidar y el tener en cuenta al de enfrente lo visualice como algo extremadamente inusual.

Me asusta ser injusta porque no es lo frecuente en mi vida, pero uno acaba normalizando determinadas cosas después de ciertas experiencias y te das cuenta que en la vida habrá personas que maltratarán con todas sus fuerzas todo lo vivido reduciéndolo al despropósito. Pero tienes que luchar contra eso porque, no es lo corriente. Lo que vives tiene un increíble valor, tus experiencias vitales son lo que te enriquece y es gracias a ellas por lo que merece la pena estar vivos. Es por ello que si en algún momento alguien decide echar mierda sobre las flores que en su día te hicieron flotar, debes protegerte. 

Normalmente a quien más se le llena la boca es quien más vacía la tiene. Y yo después de haber visto cómo han reducido el respeto que merezco a cenizas, solo me queda cogerlas y mirarlas volar. Guardar lo que sí me pertenece y mantenerlo como lo que es. Sanar todas estas secuelas que me acompañan y tener esperanza en que lo que yo soy y lo vivido si tiene un valor. Al menos, para mí.

No soporto el egoísmo porque me ha costado mucho ser quien soy. Porque sé que solo te aleja de lo que vale la pena. Porque mirarme únicamente a mi misma se parece a un entierro donde solo se presenta ta en muerto frente a la nada. Por eso elijo crear bonito, y apreciar todo lo que con estas manos he creado en estos años. No todos van a mirar por ti. Me he dejado la piel en mantener intacto lo que penetra en el interior pero ya no hay más piel que sacrificar. Y sigo sin entender como se puede apuñalar de esta manera lo que se ha llegado a amar. Pero ya no me lo pregunto. Simplemente, entiendo, que habrá personas que con las mismas manos que te adoraban, congelarán el recuerdo para estampar lo contra el suelo y hacer mil añicos. Por eso, sigo luchando por volver a creer que nunca más volveré a ser un chasquido de dedos, que sí que servirá en otras caras lo que yo sembraré en ellas, que si una vez fui tan poco frente a las muchas que no lo fui, puede quedarse en la excepción. ¿De qué sirve entonces lo que vives si cuando se pasa, acabas destrozándolo? No quiero tener un cúmulo de historias destrozadas. De lugares rotos donde fui feliz, de momentos que van a formar parte de mí para siempre. ¿Para qué sirve entonces crear y lo que creas al final se pasa y se acaba llenando de lodo? Ni siquiera es justo para uno mismo hacer eso. Ni siquiera es justo para tu propia vida. 

Ya no voy a volver a verme tirada, con palabras que se lleva el viento, sin que mi tiempo y mi persona valgan menos que nada. 





domingo, 5 de diciembre de 2021


Cuando pienso en ti siempre veo mis bolsillos vacíos. Y a mí me encantaba que fuera así. Te entregué hasta mis miedos. Eran tuyos. Si yo tenía consecuentemente tenías tú. Era tuyo lo que me pertenecía. Me faltó quebrar mi miedo, te aseguro que lo intenté. Sigo luchando. Aunque no te importe me alegro por mí. Por seguir intentando enfrentarme a todo lo que me aterra. Eres la única persona a la que nunca le exigí nada. Nunca me salió pedirte más de lo que pudieras darme. 

Yo sin embargo, solo necesitaba que ante mi caída, que delante de mis ruinas, no salieras corriendo.



sábado, 4 de diciembre de 2021

 

Enfrentar una verdad terrible

es mejor que vivir evitando y evadiendo



 

Observo lo que me rodea. A las personas. Muchísimo. Me empapo de lo que otros quieren compartir conmigo e intento aprender también de las experiencias que no me pertenecen. Es algo tan intrínseco en mí que no sé no hacerlo. Miro la sociedad en la que vivo y aprendo a vivir. Y pienso en las relaciones humanas que al final son lo más profundo y difícil de todo lo que habita en este mundo. Me paro a pensar en la tendencia actual de las relaciones, de las personas con las que convivo, de las personas que conozco y que puedo llamar amigos. Tan diferentes. Maravilloso. Y hago de sus historias las mías porque las siento como tal. Y veo a mi alrededor tanta desgana, tanta falta de fe, de solidez, que me aterro. 

Pienso en cómo se construye hoy en día, en los valores que pululan, en las preferencias de tantísimas personas que están ahí afuera. La gente ansía tener un rey o una reina y eso les hace sentirse protegidos. Les hace sentirse más grandes porque ya no son solo uno sino dos. La gente no sabe sentarse en un trono sin otro a la izquierda. Me asusta pensar, que como yo, y como otro pequeño número de personas, somos muy pocos los que no queremos una reina. Mejor dicho, no queremos a alguien a quien llamar reina. Yo si tengo que elegir, quiero un reino. Un reino repleto de experiencias compartidas. Lo quiero lleno de cascadas de momentos que fluyen, de besos, de abrirme en canal y contar de mí lo que casi nadie sabe. Lo quiero lleno de vulnerabilidad, de abrazos, de confesiones. También lo quiero roto. Y quiero ver cómo eso también forma parte de lo que llamamos nuestro reino. No quiero perfección, quiero caídas. Quiero saber levantarnos. Quiero que cueste joder, que sea difícil. Quiero perderme en mi reino y saber encontrarme dar la vuelta y verte ahí. Quiero que te pierdas. Sal corriendo muy lejos cuando no sepas quien eres, cuando no me necesites. No me necesites nunca. Quiero que en algún momento entre las grietas te rompas y rompas el paisaje. Quiero volver a regarlo contigo cuando algo nos sepa a poco, cuando las cosas se estropeen poder sembrar y ver cómo van creciendo nuevas flores. Quiero algo real. Y lo real implica también todo eso de lo que ahora la gran mayoría solo huye. ¿Cuánto puede durar un reino sin lluvia? ¿Es eso lo que ahora duran las relaciones? ¿Hasta que se acumulan unas pocas lluvias torrenciales?

La falta de implicación. He ahí la clave. Lo hablamos entre nosotros. La gente se cansa muy rápido y se va. Buscan otro rey, otra reina. Se conforman con tan poco. Joder, todos vamos a acabar tirados en el suelo, sin poder mover las manos para hacer fuerza. A veces nos toca a nosotros dar el doble. A veces le toca al otro darlo. Sin esto, ¿qué se puede construir? Solo papel mojado, castillos de princesas en el aire que irremediablemente tienen los días contados. Me decía uno de mis mejores amigos que de los años que lleva con su pareja, hubo un año que se volvió la persona más insoportable del mundo. Ansiedad, tristeza. Llámalo x. Una sensación de mierda que le salpicaba y por ende a ella. Y por consiguiente a lo que son juntos. Frente a la corriente de abandono el barco y aquí te quedas, se comió probablemente días seguidos de lodo. Tirar para delante no tiene que significar siempre tirar la toalla. No somos nada sin empatía hacia nuestros seres queridos, y a veces cuidar, también es callarse, tener paciencia y dejar de exigir. Pero eso brilla por su ausencia. Estamos llenando el mundo de una irrealidad paupérrima que se extiende sin contemplaciones. Nos hemos creído que las conexiones humanas no pasan por quebraderos de cabeza. Y cuando llegan y se instalan en el lecho, ciao. Antes no era así, al menos no de esta manera. Y lo digo por experiencia propia, por suerte. Ahora ya no lo veo. Mi propia experiencia y la de los demás me lo confirma.

Vamos de una vez a dejar infectar emociones que no nos interesan y salir despavoridos a buscar otras. Vamos a empezar a respetar los desequilibrios, fantasmas, espacios y tiempos de los demás.

Que de una vez se le deje de hacer al amor algo que no es amor.




viernes, 3 de diciembre de 2021

miércoles, 1 de diciembre de 2021

 

Me entra un escalofrío cuando en el momento más inoportuno, te siento aquí.