Hay días que mantienes en la mente como si el tiempo no hubiera pasado por ellos. Recuerdo las paradas de metro y mirar mi reflejo en el espejo. Arreglarme el pelo y pintarme los labios. Recuerdo tu parada, las escaleras, mis ganas y mis nervios. Recuerdo salir a la calle, buscar el tabaco en el bolso. No encontrarlo. Mirar en el bolsillo. Encontrarlo. Recuerdo encenderme un cigarro en la esquina de tu casa. Recuerdo cruzar la calle y ver la terraza donde habíamos quedado. Sé que llegué tarde. En realidad llegué muy tarde. Recuerdo verte a lo lejos. Recuerdo tu cerveza en la mesa y tu presencia ausente. Recuerdo verte leer un libro mientras me esperabas. Recuerdo acercarme y que no me vieras. Recuerdo que me miraste y me dijiste que como podía estar tan guapa. Recuerdo besarte. Recuerdo hablar de política y de sueños, de la vida, de ti y de mí. Recuerdo tu olor en mi camisa. Recuerdo las cervezas que no me dejaste pagar. Recuerdo ir al baño y querer darme prisa para seguir escuchándote. Recuerdo sentirme vida. Recuerdo levantarnos. Recuerdo ir al súper. Recuerdo cenar en tu cama y quedarnos con hambre pero no con las ganas. Recuerdo quedarme dormida y no soñar. Recuerdo despertarme y empezar a hacerlo. Recuerdo tus manos en mi cuerpo, tu boca en la mía.
Pero sobre todo, recuerdo volver a casa con ganas de más.