Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

sábado, 30 de noviembre de 2019

lunes, 25 de noviembre de 2019


Sólo dos personas saben lo que hay entre ellas. El resto son opiniones externas que poco pueden decir (y poco deberían de importar)


sábado, 23 de noviembre de 2019

domingo, 10 de noviembre de 2019



El Café del Príncipe es uno de mis favoritos de Madrid. 
Hace frío y empieza a llover, no se nos ocurre un mejor lugar donde resguardarnos un poco. Mucha gente ocupa las mesas del local, pero conseguimos una, frente a un ventanal desde el que se ve la plaza Canalejas y los paraguas empiezan a ser la tónica de la calle.
La gente no habla, grita. De temas vacíos. 
Facturas, exámenes, trabajos. 
Cuernos.
Amores que no son amores. Amigos que no son amigos.
Nos sirven café y conforme lo dejan en la mesa me doy cuenta de que es difícil mejorar la compañía.
Entonces, alguien dice algo que me deja reflexiva (esas son las conversaciones que dejan huella y mella en el alma).
"Siempre preferimos que nos quieran, buscamos ser queridos a toda costa, y se nos olvida que es mucho más grande el acto de querer. Querer nos engrandece y nos da sentido, cosa que nunca podremos tener por que sea otro el que nos quiera"
Acabamos pagando. El metro, el frío otra vez, no encontrar las llaves de casa y que acaben estando en el bolsillo. Llegar y quitarte los zapatos. Pero tu mente sigue ahí, en ese lugar, en esa frase y entonces empiezas a reflexionar.
Querer a otro ser humano, va muy por delante de ser querido. Querer a alguien exprime cada uno de nuestros poros, nos lleva a un estado que va mucho más allá de la realidad, que acaricia la ficción, que nos conmueve, nos inquieta y nos perturba. Pero alimenta nuestra existencia. Aunque no sea correspondido, aunque no haya mensajes, ni fotos, aunque no haya un beso, una discusión, un "has llegado tarde" o un "yo también te quiero"
Querer a otra persona completa la mitad que siempre tendremos vacía porque la tenemos hecha y preparada para llenarla de otro. Hemos pensado siempre que tenía que llenarse del cariño ajeno. De lo que el otro haga por mi. De lo que el otro me quiera. Pero realmente esa mitad seguimos siendo nosotros mismos. Y sólo se llena queriendo, no poniendo al otro en la tesitura de completarla. Querer, y cuanto más te dejas a ti mismo querer más y más. Llenar tu otra parte del amor que sientes por otra persona que se lastima, que tiene legañas, y mocos, que se despeina con el viento, que le sale un grano en el peor sitio y en el peor momento, que te emociona, que tiene piel y huesos y que está llena de imperfecciones. 
Querer y que no sea recíproco también es un acto de amor. Porque no importa lo que el otro sienta, lo que tu ya sientes es lo suficientemente grande como para ocupar tu corazón.
Me quedé con esta idea y me di cuenta de que no podía ser más cierta.
Mientras queramos estaremos dispuestos a recorrer el mundo si hiciera falta, a pelear con cuantos fantasmas se puedan poner por delante. 
Estaremos dispuestos a aceptar que aunque no nos agrade ver a esa persona feliz estará siempre muy por encima que mantenerla a nuestro lado a toda costa y a cualquier precio. 


Y eso si que es completar tu otra mitad.