Ojalá pudiera tenerte cerca y gritarte en silencio,
y gritarte con los brazos
lo que hay dentro de mí
Todo le transporta, su mundo ya no es este, detesta tener que volver tan solo un segundo más, pide bajo este cielo azul celeste, no quiero irme de esta habitación para dos almas que son libres.
Hay momentos en la vida en los que sabes que la respuesta ya la tienes en el bolsillo, pero aún así haces la pregunta. Esos momentos al final solo te sirven de confirmación para lo que tú ya sabías de ti.
Hay labios y cuerpos que simplemente saben a plástico. Te rozan la boca pero no te la tocan. Es como firmar un sin más en otra piel. Es simplemente sentir el aire en la cara cuando ni siquiera tienes calor.
Eso solo es la confirmación de cuánto cuesta llegar a una orilla donde nazca una magia que no requiere de trucos. Quizá la vida nos castigue a todos cuando de alguna manera nos regala la suerte de cruzarnos con esa magia y la dejamos escapar. Después todo es una sucesión de cuerpos que no encajan por ninguna parte. La pieza del puzzle correcta ha desaparecido. Entonces, no queda otra que darse cuenta de que conformarse con pisar el cielo no es para mí. Que yo siempre fui de volar cerca de las nubes. Que si hablamos de suelo prefiero elegir el mío y que si no toca volar puede que toque vivir sin tocarse.
Sigo pensando en la lluvia
que moja el portal de tu casa,
sigo recordando tu cara de niña
en el espejo,
sigo rezando al milagro de tus pies
en mi puerta
y al milagro de los míos
a un beso de distancia.
Y me pregunto si alguna vez
pensaste como yo en la lluvia
que riega las playas,
y viste en ella todos esos días
que ya no nos mojan la cara,
que ya no nos sirven de excusa,
que ya no son tu espalda en mi cama,
Y viste en ella,
todos esos días que ya no nos recuerdan.
Es cierto eso de que en una vida caben muchas.
He vivido vidas muy diferentes. He sido diferentes personas. He muerto. He nacido. Ahora estoy viviendo otra vida como mejor puedo aunque sin saber muy bien hacia donde voy, ni cual es el siguiente paso, ni siquiera cual quiero que sea.
Sin embargo, hay una vida que resuena dentro de mí. Que a veces revolotea como un fantasma, siempre en el momento más inoportuno. No es la vida que tuve contigo.
Es ese avión. Ese despegue. Esa cara de niña que tanto me gustaba. Suena como los motores cuando el avión coge la pista y velocidad. Hace el mismo ruido que la vida que sé que nunca tendré a tu lado.
Es esa la vida que suena cuando se oye el silencio.
Así suena tu nombre.
(Días.... y llega mi libro)
NO HE VUELTO A VER EL MAR
Le susurro que me hable al oído,
que me cuente lo que yo ya sé
para que no lo oigas,
que en esta orilla en la que te encontré
ya no se moja la arena.
Hay unas huellas que se pierden
muy lejos de mí,
las sigo a tientas,
pero nunca alcanzan el final de esta playa,
y cuanto más sube la marea
menos se borran.
Hoy,
que no he venido a seguirlas,
que no queda rastro por intuir,
ni te siento respirar.
Hoy,
que he visto ya demasiadas hojas caerse,
que son ya dos estaciones,
y ciento cincuenta días
los que me separan de mi orilla,
he venido a firmar los papeles
de esta renuncia muerta,
a recoger mi ropa sucia,
a buscar en el altillo los últimos restos de ti
y declararme viuda.
Esta viuda tan tuya,
esta viuda de un futuro dibujado
con tus dientes en mis mejillas,
con nuestros dedos en la arena,
viuda tuya de la sonrisa
que no cabía en esta habitación.
Me proclamo viuda del mañana,
viuda de las mudanzas a medias,
de la manta del sofá que no te tapa,
de nuestras iniciales siendo dueñas
de ese día que ya nunca va a llegar.
Me proclamo viuda de los aeropuertos
donde no quedan destinos para nuestras suelas,
de las noches de boda,
de la espuma en las bañeras,
de tu forma de abrazar,
de mis pies en tus sábanas,
de tu asiento de copiloto,
de la voz con la que ya no te leo.
Me proclamo viuda de los hoteles
que ya no sabrán de nosotras dos,
de tu voz en modo gemido,
de no querer mi ropa en tu cama,
de todos los días en los que no somos colchón.
Yo, tu viuda,
yo, que fui futuro.
en algún rincón de tu garganta.
Pero, ante todo,
por encima de todas las cosas,
me declaro viuda
del libro que no quise escribirte,
sino hacerte.
En unos días sale mi libro nuevo.
Este es el único poema que quiero compartir aquí porque estoy enamorada de él.
Hicimos poesía en silencio
porque sigo sin encontrar
las palabras que hagan justicia
a tu cuerpo y el mío,
desnudos de amor,
sintiendo como enemiga la carne
que me impide colarme dentro
de tu sonrisa,
que me impide atravesar tu vientre
para hacerlo mío.
Nuestra carne
que es frontera,
que no me deja adentrarme en tu saliva
para nadar en ella,
y hacer barcos que naufraguen
cerca de tu pelo,
para que aniden en él mis uñas largas,
y respirar se conjugue con mis dedos
en tu nuca.
“Desnúdate, solo quiero sentirte”,
y en esa cama
en la que todo era nubes,
que quedó repleta de la intimidad
de un alma que penetró a otra,
que robó mi abrazo más sincero
de todos estos años que moran en mi sangre,
hicimos poesía en silencio.
Eso es todo lo que sé sobre el amor;
la piel que estorba.