Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

martes, 30 de noviembre de 2021

 



 

Yo nunca tuve un nombre.
Hasta que viniste tú y me llamaste.
Hasta que me llamaste,
hasta que viniste.

Nunca tuve un nombre.
Hasta que mi nombre
encontró un hueco en tus labios.
Entonces tuve un nombre.

Por eso ahora,
me llaman silencio.


lunes, 29 de noviembre de 2021


Hay días en terapia que lloras.

Lloras tanto que empiezas a hablar sin pensar.

Entonces, empiezan a salir cosas que están enquistadas. Hay que prestar mucha atención a esas cosas.

Entonces sales, pisas la calle, y sientes lo más parecido a una resaca.

Te has sido sincero. 

¿Tú pagas ese precio, o por el contrario, te cuentas mentiras?



domingo, 28 de noviembre de 2021

  

La dedicatoria más bonita del mundo se la escribió Luis García Montero a Almudena Grandes. Su pérdida es una ausencia en la literatura. 

Vuela en paz.


"Si alguna vez la vida te maltrata,

acuérdate de mí,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte"



 

Cuando no pueden llorar mis ojos,
lo hacen mis palabras.



sábado, 27 de noviembre de 2021

 

Que hay distintas flores en un mismo ramo que no tienen que llevarse bien. Que si tú me dices ven e inmediatamente lo dejo todo es porque no había nada que dejar antes. Que una ruptura es una muerte donde puedes ver al difunto burlarse de ti. Que hacerse inmune a la fragilidad es morir cada día de crudeza, hierro y sostebinilidad. Que por las grietas también se respira y hay que romperse para coger aire. Que si no te vuelven a buscar después de mandarte a la mierda, si no te enseñan a llorar lo mordido sin abandonarte del todo, nunca han estado contigo. Que es de inútiles confundir maldad con torpeza. Que yo me río a otro volumen cuando somos tú y yo. Que tú y yo somos un ejército y nosotros un peligro inminente de fractura, soportando la grieta. Que olvidar de dónde vienes es no saber a dónde ir. Que a veces las cosas no salen bien porque no les estamos abriendo del todo las puertas. Que la gente más triste es la que siempre está contenta. Que algo más triste que dar pena, es dar miedo. Que un “es que yo soy” no justifica que seas así. Que a veces arreglarse para salir, habla más de repararse que de ponerse guapa. Que los equilibristas caminan a pasos cortos. Que avanzar a grandes pasos es retroceder a zancadillas. Que las historias intensas son algodones de azúcar imposibles de acabar. Que nunca fue un problema aceptar el caramelo de un desconocido y lo grave es aceptar las hostias de quien conocemos. Que lo que quería decir Antonio Vega es que la chica de ayer es la de hoy y la de mañana. Que las personas no se pierden, las personas solo se alejan o se acercan.

Y que por encima de todo hay que saber cuándo rendirse: nunca.

 

Antes me presionaba. Yo sola. Tenía a todas las personas de mi entorno, a mis amigos nuevos, a gente que lleva su mochila de experiencia a la espalda gritándome de todas las maneras posibles que es completamente normal sentir lo que siento. Yo no les escuchaba y me presionaba más. No me importaba mucho que me dijeran el mismo discurso de manera repetida. Hace a penas unas semanas dejé de presionarme. Y entonces lo entendí. Entendí las experiencias de las demás personas y entendí la mía. No podía seguir presionándome y luchando para no sentir algo que era irremediable. Hace poco leí un texto de Sara Buho donde decía que simplemente hay gente que cala y que para ellos hay que dedicar la mayor calma del mundo. Seguí entendiendo con más fuerza. Creo que después de una experiencia que ha sido la intensidad hecha persona, uno no puede pretender que desaparezca fácilmente. Uno deja de sentir dolor a diario para a veces de manera inesperada encontrarse llorando por la cosa más tonta. Y forma parte de haber vivido algo que ha penetrado en el lugar más profundo de tu médula. Yo luchaba contra eso porque veía que solo lo sentía yo y sentía que era injusto. Entonces volví a entender y me di cuenta de que qué importa eso. Lo que importa es lo que algo signifique para mí. Y por suerte es mucho porque lo que vivo es real y no muchas cosas en la vida traspasan tanto como para presionarte contra ellas. Es de hecho una fortuna. No es algo que suceda una y otra vez, ni mucho menos con todas las personas. La mezcla de dos no es igual ni por asomo en todo el mundo. Así que dejé de presionarme, y me permito ser yo. Sentir lo que mi cuerpo siente y dejarlo ser. Si en un momento determinado algo me sacude por dentro lo dejo y lo siento. En el fondo me gusta saber que cuando yo digo que siento lo hago de una manera tan real que suena de esta forma. Me pido perdón por estos últimos meses donde me he presionado tanto intentando luchar contra algo que no depende de mí. 

Lo digo y lo diré siempre,poder sentir el amor auténtico merece la pena.



viernes, 26 de noviembre de 2021

 


Si has llegado a ver en otros ojos

retazos de una vida futura,

soñada,

si en esos ojos fuiste espejo

y llegaste a poder verte,

si te hiciste la cama en ellos

y pudiste soñar

incluso con otro tiempo,

en esa cara,

sigo sin entender 

cómo si todo aquello 

traspasó la dermis,

se pudo desvanecer 

y aparecer en otra mirada.


¿Y si acaso fue más el hambre 

que tenías... que mi carne?



martes, 23 de noviembre de 2021

 

Yo quería ser contigo

ojos cerrados con tacto en el vientre,

náufrago en una isla que tiene la forma 

que dejan los niños saltando en el césped,

el tallo de una flor que se refugia 

entre la tierra y el color de tu pelo 

cuando le da el sol y llueve.


Yo quería ser pies descalzos 

en tu cocina de noche,

una gota de sudor que nace y muere

al llegar a tu espalda,

que vive así en las palmas de mis manos,

yo quería ser el silencio 

cuando duermes,

la voz que trae el frío a esta casa,

las piernas que saben exactamente qué hacer

para anillarse en él 

y vaciarlo,

y aniquilarlo,

y perdonarte con ellas.


Yo quería ser el día que imaginas ahora,

para llamarlo mañana y llenarlo de flores.

Yo quería ser una puesta de sol en la nieve,

tensión y vida,

hacerme libertad en tu calendario

y llamarlo navidad.


Yo quería ser todo lo que no cabe

en estas líneas,

pero que solo ocupa un beso en la acera de tu calle.






 

Me enamoré de tus alas.

Por eso jamás busqué retenerte. Yo admiraba tus alas, tu libertad era un pequeño tesoro para mí. Saberte siempre libre. El cielo cogió otro color para mí cuando me enamoré de tu libertad. Fuiste para mí un sueño que viví sin necesidad de estar dormida. Sentí que soñaba estando a tu lado. Es una suerte tan grande sentirse así que jamás habría cortado las alas a quien me ha hecho soñar de esta manera. Porque desde entonces, cambió la conjugación de ese verbo. Tus alas. Tu vuelo libre era para mí un regalo. Es un regalo. 

Jamás habría querido robarte el cielo.


sábado, 20 de noviembre de 2021

 

La vida y la poesía consiguen estas cosas.

Los pelos de punta.



Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento. 


Luis García Montero.

viernes, 19 de noviembre de 2021

 

Os juro que se siente físicamente.

Es una sensación de frío increíble.

Te roza el acero.

Sientes como lo cubre.

¿Qué ha tenido que pasar para que a cada día que pasa tu corazón se esté cubriendo más de hierro?



jueves, 18 de noviembre de 2021

 

A veces pienso que si me quedo sin lágrimas
no tendré más agua para alimentar a mis flores,
y créeme, que uno puede aferrarse a ellas
porque no sentir, me recuerda a una tumba
desvalida,
Pero me aterra no encontrar el sentido a mis tristezas casi tanto como no encontrarme sentido sin ellas.


Al final, si todo va de significados,
sigo sin saber porqué llamamos amor al olvido, olvido al rechazo, rechazo al vacío.
Sigo sin comprender cuál es el motivo por el que las cosas significan tantas cosas al mismo tiempo, y a la vez una sola, y a veces ninguna.
Porque yo sigo sin acercarme a esa respuesta que necesita más mi sed que mi hambre, y uno aguanta más sin comer que sin agua, pero resulta que la falta de hambre también ahoga.
Hay días, como hoy, que me miro y no me entiendo,
que me pregunto y no contesto, porque responder es repetir el ciclo de lo que ya sé de memoria, pero parece no encontrar su hueco constante en lo que yo soy, y me asusto porque si no le doy lugar, poco ya queda para mí.

Supongo que, la pregunta sería, por qué guardo un cementerio en el centro de alguna parte de mi casa, 

y la respuesta sería; 

no lo sé.



miércoles, 17 de noviembre de 2021

 

Nunca me había escrito antes una carta a mi misma. 

Supongo que hay una primera vez para todo.

Así que, me he puesto a escribir porque indudablemente es lo único que sé hacer para ordenar lo que me rodea, lo que me aprieta los dientes y la frente, lo que me asusta como a una niña pequeña, lo que me hace encontrarme y encontrar lo que no siempre quiero. La carta está sobre la mesa. La he leído un par de veces en voz alta. No me gusta esa carta. Supongo que tendré que leerla varias veces. La valentía no va de mirar lo que te asusta a los ojos, va de saber que tienes que hacerlo y que lo vas a hacer. Ese momento, antes justo de levantar la mirada es el valor. Sostenerlos ya es cuestión de postura y algo de determinación. 

El miedo es, sin lugar a dudas, la emoción que más me cuesta gestionar. Me hace sentir pequeña, cuando el llega yo ya no tengo espacio para mí en ninguna habitación. Así que, os aseguro que enfrentarte al miedo es todo lo que pasa justo antes de mirarlo a los ojos. Ese gesto que tomas antes del cara a cara es la valentía. Sabe como agridulce porque mientras te mata, sí te mata, te está salvando. Esa es su manera de actuar, te mata justo antes de que te toque, te toca y tu resistencia te permite soportarlo, y justo después de eso, es cuando te salva. Escribo porque es mi manera de dejar que me toque y de poder rozarlo con los dedos. No sé mucho más del miedo salvo que el rastro que deja cuando se va sabe a dulces. Sabe a todo lo que no podías y ahora puedes. Sabe a ti mismo, solo a ti. 

He vivido dando la espalda a las últimas cosas que me asustan. A veces, lo que te dejas para el final no es lo mejor. Entonces he empezado a decirme todo lo que yo ya sabía y prefería callar porque a veces el silencio es un aliado, pero nunca una victoria. Aún me tiemblan las piernas, aún siento esta punzada en el pecho.

He guardado la carta con una certeza. La certeza de saber que no está terminada. Falta la última parte, y en este caso, sí, la mejor. Ya no hablaremos de miedos, ya no hablaremos del negro. Podremos entonces decir que todo eso de lo que antes hablaba, ya no me asusta, ya no me afecta, solo es un pensamiento gris que vivirá conmigo y que podré moldear a mi forma para vivir con él de la manera más cómoda posible. Indudablemente, a veces, tocará mi puerta, aparecerá en modo pesadilla, pensamiento recurrente, en una parada de metro, en el artista que dibuja en la calle, en el color que tiene el cielo. Pero será tan mío, será algo que forme parte de mí y ya no pesará para darme miedo. Será ligero, un lugar en mi cabeza, otro en mi corazón. Cuando aparezca en los momentos menos indicados sabré quién es y a qué se debe y sabré darle la forma que el momento pide. Habrá otros destinos donde no me entenderán. Habrá otros en los que sí. Todos arrastramos fantasmas, lo importante está dar con quien sabe que los tiene no que los tenga domados. Saber que existen, reconocerlos y asumirlos les da el lugar que merecen. Vivir con ellos puede resultar un lastre pero cuanto más hacemos por evitarlos consiguen hacerse mucho más grandes. Así que yo, que ya les di un nombre y supe hacer el gesto previo, y les mire a los ojos, sigo aprendiendo como mantener mi posición y no bajar la mirada. La posición. Esa puta parte tan difícil. 

No la carta no está terminada. Quizá nunca lo esté. 

Pero me presento al mundo como la mujer que soy; tan llena de cielo como de suelo, con unas cuantas heridas curadas y otras cuantas que suelen sangrar, como una persona con un pasado que le hace ser la persona que es, con alas grandes que llenas de secuelas, quieren también volar.



 

Y a ti,
¿Te han querido así?
¿Has sido pájaro libre en una jaula?

¿Has amado más sus alas que su vuelo?



domingo, 14 de noviembre de 2021

 

Hay domingos tristes,
como hoy,
que me mojan el pelo
en este cuarto cerrado
en el que siento que llueve.

Hay domingos tristes,
tan tristes,
que parece que han olvidado mi nombre,
que ya no suena para nadie,
que no se puede leer cuando lo escribo
porque las letras,
casi difusas,
ya no son nada salvo eso.

Y me siento así,
olvido que crece,
que recorre estas paredes
y me atraviesa de golpe,
y yo,
sin titubear le abro las puertas
dejando que abarque toda esta carne
que me pertenece,
que siento tan tierra de nadie
hasta para mí misma.

Hoy es domingo,
que dispara de una,
que no tiene dudas,
como todo lo que tiene
mucha más fuerza que nosotros.

Domingo vacío,
porque así me siento yo,
un recipiente hueco
Preso de un olvido
que me arrastra,
que no puede llenarse de nada
porque todo tiene un sabor a óxido
que no me reconoce.

Entonces todo se vuelve nada,
y la nada,
que es infinita,
lo cubre todo.

Domingo.

 

sábado, 13 de noviembre de 2021

 

Gracias.

Gracias.

Gracias.

Hoy siento en el pecho una sensación de agradecimiento inabarcable. Me recorre desde los dedos meñique de mis pies hasta la nuca. Gracias a las personas que jamás se fueron, que aceptaron mi peor versión y que son absolutas merecedoras de la mejor. A mis amigos, a la gente que me cuida, que me apoya, que disfruta de verme crecer y que me ofrece sus manos siempre para que las cargas sean menos cargas y las ausencias más livianas. Gracias a los golpes de suerte, al destino, por haberme vuelto a poner en el camino mi casa, la que por razones externas tuve que dejar con todo el dolor de mi alma. A veces, las segundas oportunidades son preciosas. Gracias por poder estar aprendiendo tantas cosas nuevas, de mi profesión y de mi pasión. No sería absolutamente nada sin ellas. Gracias a despertarme hoy porque aunque no sepa hacia dónde voy tengo ganas de descubrirlo. Gracias a la poesía que me ha salvado de mis más oscuras tormentas incluso cuando el agua ya calaba mis pulmones. Eres una caricia a mis miedos, y por eso, siempre, voy a apostar por ti.

Pero sobre todo, gracias a mi misma, por ser como soy, por saber dar lo que tengo sin esperar nada, por la incondicionalidad que me representa para los que viven en mi corazón. 

Gracias por el día de hoy. 

Por estar viva. 

Por respirar.

Gracias porque os aseguro, que la justicia poética existe. Porque siempre acaba llegando a cada puerto aquello que merecemos. Me alegro de haber sembrado tanto bueno. 

Ahora toca vivirlo.



viernes, 12 de noviembre de 2021

 

¿Sabes? Nunca fuimos al cine.

Fíjate, una cosa tan simple. Y ni siquiera pudimos.


domingo, 7 de noviembre de 2021

 

Lo harán.

No seré yo.

No serás tú.


 

Intenté sostener tanto tiempo estas flores que se me quemaron las manos. Sé que muchos habrían corrido hacia mí, las habrían tirado al suelo y me habrían besado en los labios. Sé que en todo este tiempo, habría sido así en otros incontables brazos, en otras incontables caras que hubieran visto lo que había detrás de la mía. Que habrían visto la belleza que se encerraba siendo dos de esa manera. Que habrían entendido que el amor, ante todo, va de entender. Y entender a veces implica sostener un mundo ajeno. Tener perspectiva. De saber comunicarte antes de reventar todo el futuro que había por delante.

Pero yo me enamoré de ti. Y tú no eres esas incontables caras ni brazos. Tú eres ese mundo, que hoy ya veo que es imposible habitar. Que no tiene espacio para mí porque no me quiere en él. Así que nadie vendrá a tirar mis flores al suelo y besarme los labios. 

Pero hoy, me beso yo.


sábado, 6 de noviembre de 2021

 

Pegué mi historia y mi poesía por Madrid.

Alguien que no sé quién es encontró esto.

Sentir merece la pena. Siempre.

Esa es la lección. Nunca te niegues sentir. Siente siente siente, siempre. Vibra y vuela. Estás vivo. 







 

Amor,

recuerda tú que puedes.


Andrés Suárez 

 

Me gustaba quererte. Me gusta hacerlo. 

Me gustaba quererte cuando tú me querías.

Ahora, que de alguna manera aún lo hago, me pregunto de qué sirve sembrar flores en esta tierra seca. Me pregunto cuántas semillas más quedan en mi bolsillo. Siento que son pocas. Visualizo el futuro que enterraste en la misma tierra donde yo las siembro, porque pienso en él, pienso en todas esas cosas, en todo ese tiempo que nos pertenecía y que no fue nuestro y me duele la arena. Y me vuelvo desierto. Miro hacia delante, te siento y no te veo. Yo siempre fui de sentir, pero no puedo visualizarte y cuando uno está a un paso de cambiar sentir por ver está a un paso de cambiarlo todo. Me pregunto si alguna vez alguien volverá a conseguir que vuele como tú lo conseguías. Si es justo para la propia vida arrojar al mar una conexión que la gente se pasa precisamente buscando toda su vida, y mirar hacia otro lado. Me respondo que no. Pero empieza a pesar poco mi respuesta porque tú ya no preguntas y yo entonces, qué tengo para responder.

¿De qué me sirve seguir sintiendo que apuesto por ti si por mí seguirías con tus bolsillos intactos? ¿De qué me sirve seguir cuidando todo aquello cuando a la otra parte ya no le importa? ¿De qué me sirve llamarte historia mientras me llamas anécdota?

¿La capacidad de sentir te la puede robar una experiencia?


viernes, 5 de noviembre de 2021

jueves, 4 de noviembre de 2021

 

En noches como esta pienso en ti. Pienso en tu risa, en el hueco de tu cuello donde apoyar mi cabeza y que ese gesto baste para decir te quiero. Pienso en ti. En tu tacto, en tu frío. Pienso también en tu calor, y pienso en que quiero formar parte de él aunque solo sea esta noche. Aunque solo sea para sentir que duermes y que nadie podría hacerte daño porque yo estaría cerca para empujar todo aquello que pudiera provocarlo. Pienso en ti. Y miro esta noche, y la siento seca porque me gustaría que la vivieras conmigo. Fíjate, una noche, simple tiempo, unas horas, fíjate, sin darnos cuenta ya casi es mañana. 

Y yo con esta noche, si es contigo, ya viví.




miércoles, 3 de noviembre de 2021