Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

domingo, 26 de abril de 2020



Prefiero quererte así, en la distancia y en el recuerdo.
Lejana e intensa. Cercana y distante. Omnipresente, desaparecida.
Encontrarnos de vez en cuando en sueños, a veces de la mano, a veces de la mano de otra.
Mirarte como se mira la luna, tan bonita en su libertad que enjaularla para poder tocarla sería todo un atentado contra la vida misma. Mi luna, ahí en el cielo, brillante, grandiosa.
De vez en cuando paseo un rato por esas ciudades que pisamos que habitan en mi memoria, y te veo a ti, a veces feliz, a veces no tanto. Y pienso en que importante resulta para mi el haberme cruzado contigo en esta vida, en todo lo compartido, en la experiencia, los errores, en cómo de maravilloso me resulta que hayas formado parte de mi.
Te veo a ti pecando en el exceso de cantidades si de amor se trata y a mi fallando en el déficit de las mismas. Nadie tiene que cargar con el sobre exceso ni por consiguiente nadie tendría que guardárselo todo para uno. Pero así es, esta historia entre tantas. Con su trama y su drama, con su locura y su calma. Con su desenlace.
Prefiero quererte así. Entre mi nunca y mi siempre. Entre el ayer y el mañana. Pero nunca presente.
Prefiero quererte así. Sin que tú me quieras.



lunes, 6 de abril de 2020


Estos días de aislamiento impuesto me ha dado por pensar un poquito más de la cuenta.
Esta reclusión absoluta tiene una parte oscura que irónicamente brilla más que nunca en cada uno de nosotros.
¿Cómo de intenso puede ser el peso de la memoria?
No nos damos cuenta que con cada paso que damos nos acercamos más al futuro mientras construimos pasado. Sí, este momento presente será pasado alguna vez. ¿No es acaso sino eso maravilloso?
Nos invade en la memoria el olor a otro momento tan difuso como nítido y nos crea una congoja perturbadora. Desequilibra.
Somos la prueba de que se sigue caminando aunque incluso nos quedemos sentados pues no hay nada más real que una sonrisa repentina que llega por un recuerdo de un momento que jamás volverá a ocurrir. Y que a la vez ocurre cientos de veces, dentro de nosotros.
Aún siento esa respiración tras mi nuca aunque mi cama esté vacía.
Me huelen a alcohol las manos de esa noche jóven que transcurrió aquella vez y a la vez miles de veces en el mar de mi cabeza.
Oigo tu risa en mitad del silencio.
Siento tus brazos en mis brazos vacíos, tu lengua en mi lengua.
Residen en mi tus palabras, la sonrisa de mi amigo, los planes que sí logramos cumplir.
¿No es acaso magia que habite para siempre en cada uno de nosotros toda esa fantasía?
Adios... Como metáfora está bien. Uno no se despide nunca de lo que vive dentro de uno...
Nuestros pasos andados... Un regalo.