Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

domingo, 19 de diciembre de 2021

 

Siempre he tenido miedo a despedirme.

Siempre se me ha dado mal. Por suerte, no he vivido muchas despedidas. Pero sí las suficientes para saber lo que se viene. Vendrán más. Porque así es la vida. Porque el momento presente solo dura ahora, algún día será un recuerdo sea lo que sea que ahora mismo defina tu vida.

Y es que ahora lo entiendo. No me asusta despedirme. No me cuesta hacerlo por miedo. Me asusta porque cada vez que lo hago una parte de mí se pierde para siempre. Se queda en otros lugares. En otras caras. Se queda en otras camas y paisajes. Cada vez que me despido una parte de mí se queda en otra vida para siempre y es imposible de recuperar. 

Por eso sé, que con cada persona hay una parte de mí que habitará en sus pasos y que ya no me pertenece. Forma parte de lo que entregué y es allí donde debe estar. Algunas dan mucho vértigo, otras suponen un cambio tan radical que irremediablemente ya no podrás volver a ser del todo la misma persona. Sé que contigo quedará siempre una parte de mí que me encantaba. Una parte preciosa. Por eso, cuando pienso en ti, prefiero hacerlo sobre la persona que fuiste conmigo una vez, sobre la persona tierna que me enseñó que respirar es un regalo. Prefiero pensar que esa parte de mí la cuidará esa niña que, aunque no quiso, me mostró que en el fondo es una persona vulnerable que cerraba los ojos cuando le peinaba su pelo mojado. Yo siempre pude ver lo que había detrás de esa guerrera. Y me lo guardo para mí. Prefiero pensar que esa parte de mí, que ya nunca será mía, se la quedará esa niña. A ella no me importa habérsela regalado. Me gusta pensar que está con ella. Prefiero creer que así es y quedarme con ese recuerdo aunque a veces ponga un nudo en mi garganta. Hay personas que siempre lo van a conseguir.

No quiero pensar que se la entregué a otra persona, aunque pueda autoengañarme. Esa ha sido siempre la gran mentira que he memorizado y que nunca he dicho. Mereció la pena a quien se la di. 

Por eso me gusta volver siempre a las caras que viven en esta piel, porque cuando vuelvo siempre me reencuentro también con una parte mía, con una parte nuestra. Y eterna.

Es lo bonito de lo que acaba. Que es infinito. Por ahí hay mujeres que llevan consigo un cachito de mí. No quiero pensar que eres la única que no lo cuidas. Y sí, prefiero en este caso mentirme. Sé que ella lo habría agradecido. Yo sé que conocí a dos personas, pero sé que eso no borra la ternura de la primera. Es un buen lugar para haber dejado un trozo de lo que soy. Si en algún momento, lo recordase, me gustaría que lo supiera. Que esa niña puede quedarse para siempre con aquello que era mío.

Y que me gusta pensarlo así.