Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

lunes, 6 de septiembre de 2021

 

Yo sabía a lo que me exponía. Así que, sabiendo lo que implicaba, decidí dejarte entrar un par de horas sin hacer nada para sacarte. Me lo permití porque sabía que nada de lo que hiciera iba a conseguir que no sucediera, salvo sentir una terrible frustración que no me gusta. Abrí la puerta y pasaste. No sé si llegue a sentir tu piel en ciertos acordes, o tu pelo, o tu risa. Pero, ahí estabas tú y yo dejándote recorrerme sin impedimentos. Podría decir que lloré de emoción, de pena, de miedo. En realidad, no lloré por ninguna de esas cosas. Lloré porque empecé a echarte tanto de menos que me pareció ver tu cara. Te sentí tan dentro de mí y a la vez no podía tocarte. Explotó tan fuerte todo lo que yo guardaba con tanto cuidado que solo podía dejarme sentirlo. Intenté dejar mis lágrimas en la última palabra de Andrés, pero no lo conseguí. Y como si fuera un chiste, de camino a casa, pasé por todos los lugares que alguna vez fueron nosotras. "¡Mira, el muerto de lujo!" "¿Y eso qué es?" Nada. 

Joder, es tan difícil, es tan jodidamente difícil. Qué perversa puede llegar a ser la vida. Justo estoy aquí, donde una vez te vi en pijama, y no quiero echarte de menos, no quiero. Pero me pasa y miro para otro lado, no sé a donde, a donde sea. Qué querrán contarme ahora estas paredes.

Ya no siento impotencia. He aprendido a vivir así y sentirme lo mejor que pueda. No me fuerzo, no consigo borrarte pero tampoco me enfado porque vivas aquí. A veces escuece, a veces me enfado con el momento en que nos conocimos. Porqué tanta mala suerte concentrada en ese tiempo tan difícil para el mundo, porqué. Pero tampoco me permito insistir en ese pensamiento. Simplemente, no hago nada, sigo así, no sé hasta cuando, e intento no preguntármelo. Solo sé, que ahora mismo, no puedo dejar de pensar en ti.