Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

viernes, 6 de agosto de 2021

 

Yo creo en el amor.

En el amor auténtico. En el que llena y vacía. En el que corrompe la piel. En el que no se olvida. Creo en el amor que permanece. En el que te da la mano para coger carrerilla y saltar al vacío si hace falta. Creo en el amor loco. En el amor sin sentido. En el que perdona, en el amor que espera. Creo en el amor que te recorre, que te invade, que se cuela incluso cuando no quieres que entre. Creo en el amor paciente. En el amor que cuida. Creo en el amor que te hace priorizar al otro individuo frente al "nosotros" porque si bienestar va muy por delante, porque amas y amas y ese otro ser humano importa tanto que siempre va a ir muy por delante de lo que sois juntos. Porque le quieres y le amas con el alma. Y con el alma se tocan muy pocas cosas.

Me gusta el amor que te invita a saltar en los charcos, el que prefiere los planes improvisados. Yo me manejo desde la improvisación y la espontaneidad. Por eso la distancia no es una variable que me ayude a amar. Me gusta el amor que llama a la puerta a las tres de la madrugada mientras duermes para besarte. Y quedarse a dormir. Me gusta el amor con el que recorres las calles corriendo, lloviendo, en bici, en patinete para uno pero siendo dos. El que se tumba en los césped y pone nombre a las nubes. El que desaparece por un día para follar y abrazarse, y comer en la cama, y en las bañeras de los hoteles, con el que acabas filosofando y llorando de la risa. Me gusta el amor que provoca. Para bien y para mal. Que enseña, que a veces hiere y otras cura. Me gusta que sea inconveniente. Coger el coche, poner la música a tope, cantar y gritar. Me gusta el amor que brinda con dos copas bajo las estrellas y se confía en hablar de los miedos que nos aturden. Me gusta el amor que espera porque todos tenemos derecho a salir corriendo cuando no nos queremos lo suficiente y el amor que perdona porque entiende que somos de carne y hueso. Me gusta ir a los aeropuertos y tapar los ojos, y que acabes viendo que estoy llevándote a cumplir tu sueño, porque quiero hacerlo contigo. Me gusta hasta cuando he tenido que cancelar billetes porque ya ha merecido la pena simplemente imaginar esa sonrisa. Me gusta el amor que se enfada, ese que conoce mis arrugas cuando meto cuatro gritos. Porque joder, sin el enfado que sería del amor. No habría reconciliaciones, no habría un perdón ni un te perdono. Me gusta el amor que sabe cuando estoy apunto de llorar y me abraza, y entonces lloro. Me gusta el amor en el que sé que nadie jamás se abrazaría igual. Y por eso me quedo. Simplemente porque nadie me abrazaría así. Me gusta el amor que me entiende, que me respeta, que conoce mis puntos flacos y no se aprovecha de ellos. Que se sostiene persistente cuando soy nubes porque sabe que yo soy sol. Que las nubes solo son parte del tiempo que vive conmigo, pero no el tiempo.

Me gusta el amor de verdad. El que no se encuentra fácil. El que no se busca ni se pretende. El que puede que sea una suerte si simplemente se te presenta una vez en la vida. El que te toca sin manos, el que se dice con los ojos. El que no necesita palabras, ni nombres, el que se recuerda aunque no queden besos. El que está en tu ADN, el que eres tú con otra persona porque no podría ser con otra. Porque el amor es un sumatorio irrepetible.

El amor. 

Amor. Amor. Amor. Amor.