Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

miércoles, 19 de mayo de 2021

 Definición de agradecimiento:

 

Sentada aquí, frente al mar, recuerdo cuando me hacías los días más cortos y más amables. Recuerdo cómo fue volver a sentirme viva otra vez cuando tú me enseñabas que había un mundo más allá del mío propio. Recuerdo todas y cada una de las lecciones que me has ido dando y cada uno de los nuevos conceptos que ahora voy a guardar para siempre. 

Que es un error mirarlo todo desde un solo lado, que cada uno tiene su propio prisma, que todos son válidos mientras no hagan daño a nadie. Ahora sé que hay otros muchos mundos ahí fuera, con paisajes que poco se parecen al mío, y que absorberlos solo puede hacer conmigo una cosa: enriquecerme.

Me enseñaste que la cocina también es una buena pista de baile, que la libertad no va de salir hasta las cinco de la madrugada, va de estar con la persona correcta pudiendo ser tú sin juicios, sin que llegue a haber un ceño fruncido, que se puede ser feliz con muy poco si son las manos correctas las que te la brindan. Que se puede llegar a vivir como animales.

Ahora sé, si cabe aún más, lo bonita que es Galicia, lo curativa que es su agua, y su gente, y lo sano que es tomarse dos Nordés en una de las comunidades más especiales de España. Me alegrará saber que tus pasos acaben llevándote a donde perteneces. Me haría muy feliz saberte feliz.

Sé hasta que punto puedo dejar mis miedos a un lado, y cuantos pasos me quedan por delante para conseguirlo del todo. Gracias por los que has caminado a mi lado, me alegra haber disfrutado de tu compañía. 

Me enseñaste de mi misma algo que creía haber olvidado: Cuánto me reconforta cuidar de otro ser humano que parece muy fuerte pero que en el fondo no lo es tanto. Cuánto me gusta intentar mejorar al otro, ayudarle, apoyarle, guiarle para hacerle mejor persona y alegrarme por cada uno de los jaque mate que consigue hacer por si mismo, pero con mi ayuda.

Hiciste del “no voy a sentir esto jamás por nadie” una anécdota. Cuantísimo tengo que agradecerte por esto, que bonito es saberme viva, aquí, sentada frente al mar sabiendo la suerte que me supuso haberte conocido, y haberme hecho entender que todos tenemos derecho a otra oportunidad. Que los errores pueden corregirse. Me hiciste darme cuenta que atrás quedaron muchos de los míos, que mi trabajo no había sido en balde. Que ya no necesitaba alzar mi voz para sentirme mejor, que llevar la razón solo te quita paz, que los tiempos en los que engañaba, en los que llegué a ser infiel, habían quedado muy muy atrás. Ya no me hace falta subirme a la chepa de nadie para sentirme superior. Ahora prefiero caminar a la vez, a veces de la mano, a veces mirando de reojo, pero nunca encima de nadie.

Gracias por enseñarme mi lado más intrépido, el que llega a coger y lanzarse en mitad de una pandemia a hacer una locura, independientemente del resultado, ahora sé hasta que punto estoy dispuesta a hacer cuando quiero de verdad.

Gracias por el tiempo, por las horas muertas, por las horas intensas, gracias incluso por estas horas, aunque sean amargas. Sigues haciéndome sentir un ser humano que merece la pena, porque me doy cuenta de que puedo amar de manera pura, aunque eso suponga derramar alguna lágrima y sentirme triste. Porque ahora mismo leo a Cortázar y su “que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera no lo conseguiría” y su “pero que te quise y que te quiero aunque estemos destinados a no ser” y empatizo con alguien como Cortázar. Y eso es todo un lujo.

Seguiré añadiendo y añadiendo a mi lista cada una de las cosas que me gustaría agradecerte, que me gustaría decirte aunque nunca las leas. 

Gracias por hacerme sentir que tu felicidad me importa demasiado, y que precisamente por eso, ojalá y lo seas, y mucho si cabe más que nunca, aunque sea a millones de kilómetros de mí. Y aunque eso me duela. Me da igual. Lo que siento por ti me hace priorizar y saber que tu felicidad me importa mucho más.

Pero sin dudarlo, la más importante de todas, es gracias por hacerme ver que el amor puede superar fronteras como el espacio o el tiempo sin necesidad de hacerlo más feo. Al contrario.

 

Porque aquí estoy yo queriéndote, como siempre.