Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

domingo, 9 de enero de 2011


Intento llegar hasta tí, pero nunca lo consigo.
Nos tenemos muy vistas la una a la otra, y tu reflejo me tortura.
Me miras llorando, y me pides compasión, y yo mientras entre lágrimas te miro y te preguntó: ¿Y que quieres que haga?
Y tu reflejo, baja la mirada, no me dice nada, y vuelve a subir la cara, mirándome con pena en los ojos, arrugada, y me pide ayuda.
Me siento impotente, y dejo de mirarte, porque no puedo hacer nada por tí.
Me pierdo en mi misma, y ahora no necesito mirar el reflejo en un espejo de alquien que llora, son mis lágrimas las que caen.
Cuando ya no caen más, mis ojos hinchados, vuelven a mirarse, y yo no se que más hacer por ellos. Y pasan largo rato mirándose, intentando alejarse del mundo, aparcar el dolor, y sacar una sonrisa forzada, que hasta duele, duele sonreír entre lágrimas, duele más que el llanto. 
Mis ojos se cierran, no quieren ver nada más. Les apetece viajar, volar, y a mi alrededor no encuentro a nada ni a nadie que vuele conmigo.
Entonces, para darles un respiro, les dejo alejarse al país de los sueños, y yo me alejo con ellos. 
Por lo menos, por un rato, el dolor desaparece.
Silvia.