Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

martes, 24 de agosto de 2021

 

La expresión "Nunca más" siempre me ha parecido increíblemente pesada. Es como si con ella soltásemos kilos y toneladas, el peso de las casas, de los infinitos ladrillos, el peso de los planetas. Y, sin embargo, a veces basta un pequeño soplido de aire para ventilarla y que se caiga. He ahí lo curioso que se esconde detrás de esa expresión. 

Hace tiempo, me vi cerrando una puerta que me peso casi tanto como el "nunca más" que conllevaba. El saber que nunca más volvería a abrirla, que no habría forma de encontrar de nuevo las llaves en algún bolsillo y poder pasar. Un nunca más y se acabó. 

A pesar de ello, sin ningún amago de querer volver a conseguir las llaves, sin llamar a la puerta, sin poner insistencia en mis nudillos, sin ni siquiera plantearme la posibilidad de poder echar por tierra ese pesado nunca más, sin más sucede. La puerta es la que te busca a ti. La que se planta delante de tu cuerpo. Esa puerta que ya no era tuya, que mirabas desde los ojos de la distancia. Algo mucho más poderoso que tu propio poder decisión, hace de las suyas, y te la devuelve. ¿Porqué? Ahora mismo, por un completo misterio. Las cosas que por destino regresan a tu vida tienen un sentido, un sentido que tardamos mucho tiempo en encontrar. Nada regresa por casualidad. 

Entonces, el pesado nunca más, con sus kilos y toneladas, con el peso de las casas, de los infinitos ladrillos y el peso de los planetas se convierte en polvo. Y desaparece.