Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

sábado, 28 de agosto de 2021

 

En las sociedades modernas todo cambia muy rápido. Cambian las fechadas de las casas, los carteles, cambian las calles, los semáforos, cambian las personas de estilo, de trabajo, cambian a quien llaman amor. Donde antes había árboles ahora se instala una farola. Las tiendas están a rebosar de gente que busca imitar a otra gente. Las librerías, las grandes valientes, siguen ahí para unos pocos. Y es de lo poco que se salva y no sigue ese ritmo frenético por conseguir no sé muy bien el qué. Llegar a los estándares que nos han marcado para no quedarnos atrás. Me asusta. Me aterra sentirme tan desubicada en esta sociedad en la que vivo. A mí me gusta ser leal a lo que considero mío porque simplemente lo frecuento. Aunque sea el bar de la esquina donde siempre desayuno. Siento que no voy al ritmo de los demás. Que yo no puedo deshacer ideas, emociones, sentimientos que han vivido en mí con esa velocidad de la luz que consiguen los demás. Seré, quizá, más torpe. Me mareo, me cuesta encontrar un sitio donde no sienta que no estoy fuera de lugar. Ya no hablamos de un acto reivindicativo, a grito de "yo no soy como el resto" sino de la incapacidad de poder, camaleónicamente, actuar igual porque sería como intentar hablar un idioma que ni siquiera he escuchado jamás. Entonces, solo me queda ser yo. Me gusta ser yo, pero, irremediablemente, eso implica estar confundida con lo que yo soy y donde yo vivo.