Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

viernes, 27 de agosto de 2021

 

Ahora lo entiendo.


No era mi ropa interior la que querías en tu armario. No eran mis calcetines dando vueltas en la lavadora. No era mi olor en el pasillo, ni mi cepillo de dientes pegado al tuyo en el baño. No eran mis manías las que se podían ir intuyendo por la casa. No era la manta de mi cuerpo la que querías encontrar en la cama. No eran mis zapatos en el suelo, ni mi bolso en la mesa, ni mis libros haciéndose hueco en la mesita. No era mi necesidad de dormir con tapones, ni mis tapones siendo juguete para tu gato, ni mis zapatillas siendo un número más grande que las tuyas. No eran mis tuppers del día anterior, ni mis colillas, ni mis llaves al otro lado de la puerta. No era mi silencio, no eran mis películas favoritas.

Era la ropa interior que se junta con la tuya, las lavadoras comunes, un olor en el pasillo, tu cepillo de dientes acompañado. 

Ahora lo entiendo. Por eso consigues pulsar un botón y desprenderte de los futuros que se sueñan. De las caras. Del alma que decías encajar meticulosamente con la tuya. Por eso te conocí de esa manera. Por eso tengo un bolso de alguien que nunca conocí que a veces uso, que tú me diste y que un día fue el que se guardó en tu armario, el que colgaba de una mano que tú amabas. 

Por eso es posible empalmar conexiones para ti. Por eso abruma a todos los que me dicen que eso es absolutamente imposible, que el alma no conecta de esa manera. Así, sin más. Que uno nunca empalma un amor de su vida con el siguiente. Que el amor, por suerte, es otra cosa.

Ahora lo entiendo. Nadie me había hecho creer que yo era tanto de la manera que tú tienes, en muchísimo menos tiempo que ningún otro de los amores que viven aquí dentro, y sin embargo, jamás he sido tan polvo. Me parece increíblemente peligroso. Ahora entiendo aquello que querías cuando de tú boca salió que querías vivir conmigo. Yo me enamoro de un ser humano que jamás se va a repetir, que, junto conmigo, hace una obra de arte única que no existe en ningún otro lugar. Pero, si tengo que quedarme con una conclusión, es que tú lo haces de la idea utópica que tienes del amor, no de su pelo al viento, ese pelo que no podría volar de ninguna otra manera si tuviera otro ADN. No es esa persona, es el amor que quieres que sea ese rostro. Es esa sensación de sentirte menos sola porque hay un alguien que se acuerda de ti. Entonces la conviertes en una princesa, porque ya ocupa ese sitio que no puedes ver vacío, y resulta necesario sentir que no se lo otorga a cualquiera, cuando tus actos dicen claramente que sí. A veces, me siento tan polvo cuando pienso estas cosas. Pienso, que es una de las ideas más tristes que he tenido en mi vida.