Al final solo somos nosotros mismos, nosotros y nuestra libertad. Nuestra libertad que deambula por nuestra mente, y se cuela en cada rincón de ella permisiva y constante. Nadie es culpable de ella, forma parte de nosotros y nadie puede robártela, pues nadie es capaz de romper ideas o pensamientos, de destruir sentimientos, valores o principios. Esos son tuyos, de cada uno, cada uno con sus características esenciales, para ti una cosa, para el otra. Y así funciona esto, la vida, un mundo lleno de libertad que vuela entre pensamientos e ideas, diferencias constantes, para unos un grano de arena, para otros un desierto. Nadie conseguirá cambiar lo que eres, en lo que crees, solo una cosa en si misma; la propia vida. Hazle oídos sordos a la vida, serás un ignorante con estilo.
No quieras vivir en una búrbuja.