Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

domingo, 24 de abril de 2011


Me senté café en mano con un reloj asesino frente a mi. Observé el recorrido de las agujas, y decidí pensar durante un minuto. Cuando mis sesenta segundos finalizaron, me di cuenta de que todo seguía como estaba antes del segundo uno, asique decidí pasar cinco minutos esta vez. Pasó el tiempo de nuevo, no saqué nada. Me refugié entre el amargo sabor del café sin azúcar, y por última vez decidí detenerme a pensar esta vez durante veinte largos minutos. Observé como el tiempo desgarra el olvido y mata mientras aviva. Me dí cuenta del terror que me producía su intensa velocidad, como ansiaba detenerlo y acaricié con los dedos esa aguja rápida que tentaba amargamente con sabor a caramelo. La detuve por un instante, intentando así detener el tiempo. La solté, y siguió su carrera incesante.
Ya habían transcurrido los veinte minutos. Una sonrisa se pintó en mi cara. No sirvió de nada. Fui pensando diferentes movimientos, hasta llegar al mismo. Durante esos veinte minutos en lo único que mi cabeza había sido capaz de pensar, había sido en dejar de pensar.. 




¿Quieres pensar? Esta bien, te propongo algo: Invertir todo el tiempo del mundo en pensar.. En no pensar.