Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

miércoles, 30 de marzo de 2011




Soy incapaz de no estar alerta ante ciertos sonidos que nunca suenan. Me cuesta estar en demasiados sitios sin cerrar los ojos. Me refugio en mi misma, buscando la manera de no pensar en nada, cuando sé que es imposible, y no quiero ser una de esas personas, que se empeñan en lo que no es. Sufro en silencio, sufro en silencio para nada, pues sé lo único que podría destruirlo, y tanto sufrimiento es en balde, pues no dará resultados. Sufrir para nada. La verdad duele, pero es la verdad, y ahora mismo, en este mismo instante, la verdad es que me duele el corazón. Algunos se quedan en la expresión, otros la vivimos. Otros sabemos que esa expresión es mucho más que una metáfora. Que en el fondo, te duele de verdad. Sientes como te lo aprietan, como miles de puñales se te clavan, y se te rasga. Pero aun peor, es cuando has conseguido que tu corazón sea tan fuerte y resistente, que ese dolor sea agonizante, no acabe nunca, porque por más que se machaque, el corazón no se rompe. Te duele, pero no se destruye. Un corazón verdadero, que como todo lo verdadero no se puede destruir aunque te empeñes.
Una frase que un día nació de mi, como un impulso, una frase que llegué a decir en voz alta, a la que no obtuve respuesta. Una frase, que es una de mis mayores verdades. Y solo se la dije a una persona en todo el mundo, una persona que probablemente no recuerde que frase es esa, que a mi me resuena en mi cabeza desde hace demasiado tiempo. Mi frase, mi verdad. Hoy mi corazón duele, no encuentro remedios, no existen medicinas, ni un médico que pueda ayudarme.
Una de esas personas que parecen que están bien, y sienten... no sabría ni explicar como se sienten. Una de esas personas que viven muriéndose. En este mismo momento, yo soy una de esas personas.





Pocas cosas soy capaz de afirmar, una de ellas quizá sea que es que se, que no se acabará nunca.