Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

martes, 29 de marzo de 2011



Hablando en mi tercera persona.



El mundo está lleno de vidas absurdas, basadas en una realidad inexistente. Vivimos entre miles de actores, entre miles de actrices, que buscan un papel que interpretar,  que buscan una vida diferente a la suya, un papel más favorecedor a ellos mismos. ¿Quien es real, y quien es falso? ¿Quien finge, y quien es verdadero? No se ve la realidad, se ve lo que aparentamos. Miles de personas que aparentan lo que no es, porque no pueden ver la verdad, y prefieren un millón de mentiras, personas que viven un papel, y no su vida, personas que se morirán sin haber vivido, solo habrán dejado una huella falsa en el mundo, y cuando la gente las recuerde, ¿recordará una mentira?
No quiero que nadie me recuerde como una mentira. No soy una actriz, soy lo que ves, soy llorona, dependo de las personas, necesito a alguien cuando estoy mal para repetirle mil veces lo mismo. Soy soñadora, no creo en que haya imposibles, y si los hay siempre intento conseguirlos. No se rendirme, intento aprender, intento tirar la toalla, pero nunca lo he conseguido, derrota tras derrota, no puedo, no se decir basta, y créeme, seas quien seas, ese es un defecto enorme, un defecto que intento destruir, un defecto que se fundamenta en la esperanza de un mañana mejor, de un mañana que no llega nunca, y que probablemente no llegue jamás, pero es un defecto verdadero, y como todo lo verdadero, no se puede destruir aunque te empeñes. Puede que me queje continuamente, pero quien de verdad me conoce, sabe que me conformo con muy poco. No sé vivir sin esperanza, no sé vivir sin ilusión por los pequeños momentos, sin recordar lo bueno, y a ratos lo malo, no sé vivir sin ser yo, y para bien o para mal, estoy segura de que nunca me convertiré en una actriz, en una de esas personas que pasan por el mundo sin soñar con lo que quieren, sin luchar por lo que adoran, y sin ser de verdad. ¿Qué me pueden quedar? ¿Ochenta años? Ochenta años que quiero vivir como Camino, con lo malo y lo bueno, con la gente que me quiere, que son las personas que me conocen realmente, y están ahí, a mi lado. Cuando llegue el último día que pase en el mundo, solo quiero poder decir; he vivido como realmente he querido, me muero feliz. 
Hasta entonces, la esperanza sigue ahí, y la toalla en la mano, esperando un mañana mejor, ¿y qué más da si nunca llega? Creyendo que llegará soy yo.
Os dejo a vosotros el teatro ese sin telón en el que “vivís”, ese teatro inútil.


SOLO QUIERO SER YO, EN UN MUNDO DE APARIENCIAS.