Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

lunes, 28 de febrero de 2011

Febrero.
Día 28ª:

No creo en la suerte, y creo que nunca creeré en ella. La suerte no existe. Es un simple mecanismo del tiempo, que utilizamos para razonar porque las cosas que pasan nos gustan o no. La mayoría de las cosas que suceden a tu alrededor y te hacen sentir afortunado, las has conseguido por ti mismo, no porque ningun mago halla decidido dotarte de magia para producir suerte. Cuando suceden cosas malas, pasa al reves; tenemos mala suerte, no somos afortunados. Mentira. Es más que probable que si ahora mismo tu sonrisa está apagada, es porque es lo que has sembrado. Si no es así, no te preocupes. La vida acabará dotándote de esa "suerte" que hoy no a querido darte. Nada está en manos de la suerte. Todo es decisión nuestra, y de lo que hay escrito en nuestro destino.
Eso que llamais suerte es similar a una planta, como las cosas más importantes de esta vida, la amistad, o el amor. Tu tienes una planta en tu interior, en ocasiones esa planta es solo tuya, otras veces compartes esa planta con alguien que te hace sentir la primavera en tu corazón en pleno Enero. Las plantas no se mantienen solas. Hay que cuidarlas, hay que protegerlas, hay que alimentarlas para que crezcan. En la vida las plantas tienen que cuidarse de forma equilibrada. Si tu la riegas hoy, yo la regaré mañana. Si tu la cubres para que no se hiele, yo la volveré a poner al sol. Se reparte, y se cuida de la misma forma el sentimiento, sino, y no te engañes, el sentimiento muere. Los sentimientos que consiguen mantenerse vivos mucho tiempo, lo consiguen porque de una forma u otra han sido protegidos por dos pares de manos. Si tienes una planta, ya sea compartida o propia, no dejes de cuidarla ni un solo día, mantenla viva, y si te arriesgas, aventúrate a dejarla crecer.
Eso es lo que vosotros llamais suerte, y yo llamo destino.