Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

martes, 25 de enero de 2022

 


Escribir se trata de darle su lugar al silencio,
de mirar las calles como espejos del tiempo,
donde te miras
y te ves y no te ves,
es saber que tienes una espalda que nunca has visto,
que a pesar de ser tan tuya no llegarías nunca a incrustar tus uñas en ella
como se hace con las semillas en la tierra,

que a pesar de ser tan tuya,
solo puedes intuirla,
suponer a qué huele
y alguna vez,
con fortuna,
cerrar los ojos y entregarla así.



Por eso escribir no le llega a pertenecer al poeta,
porque nuestra espalda es nuestra pero no lo es,
porque sabemos que no podemos escalarla,
que no podemos medirla con los dedos
y partir la escarcha,
porque lo que nosotros escribimos
otros lo viven,
porque lo que nosotros vivimos
sucede en la piel que se toca,
y sin embargo se escribe
en un poema que no se acaba nunca.



La poesía es reconocer que tu espalda 

siempre fue tuya,          

pero jamás lo será.