Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

jueves, 1 de abril de 2021


Otra vez vuelvo a caer en este estado casi catatónico que roza lo inagotable para recordarme qué jaula llevo a cuestas. Que los barrotes están oxidados, que tocar la libertad es la quimera con la que siempre me despierto y nunca sueño. Vuelvo a repetirme que las nubes solo existen para aquellos que están dispuestos a emprender el vuelo, aunque torpemente he conseguido hacerlo a ras del suelo, y ese, de manera mediocre, ha sido mi summum. Tú, que tienes unas alas que no te caben en el pecho, que naciste para vivir la vida, frente a mí que nací para soñarla. Ojalá encontrase las palabras adecuadas para poder sacar de mí todo aquello que representas, que vales, que eres, que quiero descubrirte una mañana, caminando por la calle, de la mano de la felicidad que tanto mereces. Fuiste ese hombro que nadie se atrevió a darme, imponiéndote valiente siempre contra mis demonios. Qué voy a decir de ti, si fuiste tormenta de verano en pleno enero, si las calles de Madrid cambiaron de color y en mitad del asfalto vi brotar las flores que dejaban tus pasos. Si preferiste mi piel a cualquier otra cosa, si no cabían más ganas en ese colchón, si contigo he podido ser yo hasta cuando ser yo implicaba dejar de revelarme contra la vida. Me encantaría sentarme a tu lado, tomarte de la mano, decirte cómo me muero de ganas de decirte lo que quieres oír. Y no puedo porque lo que tú llamas egoísmo, es lo que para mi supone la mayor de mis derrotas: La incapacidad. No me culpes, la mala intención nunca ha formado parte de mis pobres intenciones de mantenerte en mi vida. No quiero que caduque esto, ni que mañana te despiertes y ser más un recuerdo que quien te prepara el desayuno mientras remoloneas. Pero acercarme a ti empieza a parecerse a enfrentarme a mí, y no mereces una mujer enfrentada consigo misma. ¿Qué más puedo decirte? ¿Qué más puedo pedirte a ti, que me lo has dado todo? 

Tú me has hecho libre, porque ser libre no es una condición sino un estado, y jamás fui tan libre como cuando pasaba las horas encerrada, aplaudiendo a tu lado, suplicando, (y ahora sí, egoístamente), que no nos robasen ese momento en el soñaba despierta. 

Espero que sean algún día, dos copas de Nordés, dos sillas vacías, dos manos, dos vidas, dos personas que rozan dos corazones y terminan de perdonarse, y terminan queriéndose y terminan de una vez con la mala suerte, con las malas decisiones...

 con la vida en la boca.