Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

lunes, 30 de junio de 2014




Tengo que agradecer a todas esas personas que me han puteado, el ser como soy hoy en día. 
Es cierto, me cuesta creer que las cosas bonitas suceden, que las cosas buenas pueden llegar a pasar.
Me cuesta creer en las palabras, me cuesta sentir, me cuesta decir "te extraño".
Pero también he aprendido otras muchas cosas que antes no sabía y me alegro de haberme dado de bruces contra la realidad para darme cuenta de ellas.
Ser el personaje bueno del cuento, no es lo mejor, ni mucho menos. Los malos siempre son los que triunfan, los que se llevan a la princesa más bonita del reino, los que tienen grandes palacios, los que cuentan con una mayor fortuna y un reino más grande y poderoso. 
Los buenos son los que se quedan solos, los que duermen en la calle, los que se sienten perdidos y sin un lugar en el que refugiarse.
Estoy aprendiendo a no ser la buena, a no ser la que siempre llora de los dos, a no ser la que siempre espera y nunca recibe. No lo hago por la princesa guapa, ni por el palacio, tampoco por el dinero o el reino. Lo hago porque sé que ser el bueno te hace sentirte pequeño, hasta invisible, te hace que tu nombre no se recuerde, hace que la gente te castigue con sus pesadillas personales, con sus miedos más profundos, con sus inquietudes más ocultas, porque saben de sobra que seguirás ahí. 
Pero se les olvida un pequeño detalle; los personajes buenos del cuento perdonan, esperan, aguantan y comprenden, pero una vez que se van... Ya no vuelven.