Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

viernes, 23 de septiembre de 2011


El corazón tiene el tamaño de un puño cerrado y la forma de una pera con la punta hacia abajo. El corazón es el símbolo del amor, sigue el ritmo de la emoción. En una persona adulta el corazón se contrae 70 veces por minuto. En una persona enamorada, mucho más, a veces llega a 100 sin darse cuenta. El corazón es el último en irse, continúa latiendo aun cuando se le aparta del organismo, 
cuando tu amado te abandona, cuando no quieres sufrir más. No lo controlas tú. Al estar enamorado, cuando tu corazón late por otra persona, ya no lo controlas tú, sino él mismo.

El hombre no sabe porqué se enamora. Se somete y basta. A veces se vuelve ridículo, a veces confuso, a veces hasta peligroso. La mala suerte será para mí, por partida doble, porque el gato negro es mío.
Si un amigo se enamora, no sabes qué hacer. O usas la violencia y lo haces volver en sí, o te conviertes en su confesor. Te cuenta todo y a ti no te importa, porque los problemas de los enamorados son idioteces. 
Hasta que tus problemas se convierten en idioteces que cuentas, y te ha tocado a ti ser ese que no sabe porque está en ese estado absurdo de abstracción continúa y bloqueo absoluto de los sentidos. Todos hemos sido aquel que escuchó a su amigo hablando de lo que le jodia que no le llamará los domingos por las mañanas. Hasta que pasamos a ser ese que se jode porque no le llame por las tardes.