Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

martes, 21 de junio de 2011



Quizá la culpa sea mia. Espero demasiado de las personas. Confío demasiado en las promesas, y no me doy cuenta de que como se hacen se deshacen. Creo más es las cosas que no se dicen que en las que se han dicho, y más en otros que en mi misma. Confío en que el tiempo cambie esos defectos mios, más volviendo a confiar en algo tan impredecible como el tiempo, vuelvo a caer en la trampa. Juego al escondite, y siempre me descubren con las manos en la masa, otras veces soy yo la que me doy de bruces con la realidad y descubro lo que otros querían mantener escondido. Excuso de todo a todo el mundo, ¿que algo no me gusta? Excusa al canto. ¿Pero que excusa hay ante la evidencia? A estas alturas conozco extremadamente bien la resignación. De tanto soñar me cuesta ver lo que no sueño, como todos los que sueñan me confundo, pues estamos en malos tiempos para los soñadores. Piso el suelo que entierra a millones de muertos que murieron podridos de deseos podridos. Y ahí está el quick de la cuestión, esa meta que todos tenemos en la vida, aquello que todos quisieramos conseguir. La mia solo consiste en morir habiendo vivido. Solo debemos estar seguros al cien por cien de que vamos a morir, todo lo demás se queda como mucho, en un noventa y nueve por ciento. Porque yo moriré como todos, pero viviré solo como unos pocos, porque me niego a ser como otro.