Sé que existes. Que estás allí, en algún lugar, esperándome. Pero no te preocupes, nos acabaremos encontrando. Al fin y al cabo, no sabes quien soy.

CVL

sábado, 12 de marzo de 2011

A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién podría pensar que esas ramas cansadas y viejas, reverdecerán y florecerán? Más esperamos que así sea, y en el fondo sabemos que así será. Nada es culpa del destino. El solo reparte las cartas, que en su día, el azar le hizo llegar a sus manos para lanzarnos por el camino. Y somos nosotros quienes interpretamos esas cartas, quienes las jugamos, perdemos y ganamos. Cartas fáciles, cartas difíciles. Pocos saben jugar con las difíciles, y menos aún mezclarlas todas. El destino tiene muchas caras, y somos nosotros quien podemos vestirle como nos guste. Cuando hace frío, le visto de sabor a chocolate caliente. Es pegajoso su sabor a fresas con nata por las noches, y adictivo su perfume a pasteles.
Sabe provocarme tormentas en el pecho, y condenarme cuando se le antoja. Roza la tentación en mi boca, sabe morderme el cuello, y matarme de miedo. Hoy se que no existe la casualidad, nada es un mero accidente, ya que todo surge de la profunda fuente del destino. Hoy se que lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos con el. Hoy se que el destino ayuda a quien lo acepta, y arrastra a quienes se resisten.


A mi me arrastra cada día, y me ayuda cada noche.