Descubriendo un cielo.
Te ríes, te callas, te avergüenzas, o lloras. Miras hacía arriba, y todo sigue igual, azul y más azul, y espuma blanca, dándole un toque amerengado. Nadie ve más allá. Nubes, y un cielo. Pero el cielo puede tener el color que tú quieras darle. Las nubes no tienen porqué ser sólo gas. Pueden ser un dragón, una niña, o un pez. Puedes ser dueño de un cielo corriente, o de un cielo único. Tus nubes pueden ser una masa de gas formadas por vapor de agua, o un caballo que te lleve lejos o un corazón dibujado en el cielo. Sólo algunas personas consiguen hacer de su cielo un cielo especial. Sólo los que se arriesgan a soñar, a ver más allá, a creer en algo que parece que todo el mundo a olvidado: La magia.